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Sobre democracia directa en España y Suiza

— Entrevista a Daniel Ordás, abogado, autor de libros sobre Democracia Directa en España y moderador del Panel 2 en el V Pódium. Por Luis Vélez Serrano

 

ordas daniel275x183— Daniel ¿si estuviese en tus manos, qué Mecanismos de Democracia Directa pondrías en práctica, por qué y en qué países latinoamericanos?

— Creo que en todos los países de democracias occidentales es necesario involucrar más a la sociedad en la toma de decisiones. Para mí sería imprescindible introducir mecanismos de control democrático permanente y participación ciudadana vinculante. Esto sería la posibilidad de que desde la sociedad civil se puedan lanzar iniciativas populares que el parlamento esté obligado a tramitar y que si llega a la conclusión de que no las comparte estuviera obligado a someterlas a votación popular. Por otro lado sería necesario que los ciudadanos tuvieran un plazo de tiempo para solicitar una votación popular sobre decretos o leyes que aprueben los parlamentos y no comparta una parte de la sociedad civil.

Ambos instrumentos deberían requerir un número considerable de firmas, por ejemplo la iniciativa popular un 4% del censo electoral y el referendo defensivo un 2% del censo electoral.

— El referéndum y la iniciativa popular están en la Constitución española ¿Citarías algunos casos positivos y negativos de su aplicación?

— Lamentablemente no hay casos en los que se hayan sometido a votación popular ninguna iniciativa popular. Desde la aprobación de la Constitución transitoria española en el año 1978 solo se han celebrado dos referendos uno sobre la permanencia de España en la OTAN y otro sobre la Constitución Europea. En ambos casos el resultado no era vinculante. De hecho los instrumentos de participación en la Constitución Española son muy limitados, dependen del Gobierno y nunca son vinculantes. Los dos casos citados fueron aprobados por los votantes. Sería necesario que las votaciones populares no dependieran de la disponibilidad y arbitrariedad del gobierno de turno sino que fueran los ciudadanos los que con sus firmas pudieran promoverlos y exigirlos, además deberían de ser de obligado cumplimiento los resultados ya que de otro modo es un mero trámite folklorístico y populista.

— ¿Cuáles son los libros que has escrito sobre la Democracia Directa en España? ¿Cuáles son las proposiciones que en ellos haces?

— El primero fue “España se merece una Democracia Directa” y el segundo “España se merece una Re-Constitución”. En el primero comparaba la experiencia suiza con la realidad española y en el segundo, que lo escribí con el también abogado y español Juan Cortizo, avisábamos hace seis años sobre la urgente necesidad de desarrollar la Constitución del 78 que tiene un carácter provisional ya que en la época de su elaboración no se daban las circunstancias para desarrollar una constitución completa con un sistema político desarrollado y detallado, ni un modelo territorial definitivo. Admiro y respeto muchísimo el esfuerzo y el acierto de los Padres de la Constitución que lograron en unas circunstancias dificilísimas redactar una base sobre la cual las generaciones posteriores de políticos y ciudadanos deberíamos haber seguido desarrollando su labor. Lamentablemente los hijos y nietos de la Constitución no estuvimos a la altura de las circunstancias y el desarrollo constitucional en los años 80 y 90 no se consideró de importancia. España se instaló en un provisorio que a largo plazo no podía funcionar y la prueba de ello es que en los últimos 4 años hemos vivido 4 campañas electorales sin el más mínimo contenido político-institucional, en las que simplemente los líderes se dedicaron a insultarse y reprocharse mutuamente la falta de diálogo. En el mismo tiempo no solo hemos vivido 4 elecciones generales, sino el surgimiento de 3 partidos nuevos, 4 investiduras fallidas, 2 mociones de censura, dimisiones de varios ministros y el país se mal gestiona con la prolongación de unos presupuestos ya prolongados y eternos gobiernos en funciones con un parlamento que desde hace prácticamente 5 años no cumple sus funciones legislativas.

Todo esto es fruto de que los políticos profesionales, los de toda la vida y los nuevos, no tienen un proyecto claro y definido para el desarrollo del sistema político y del modelo territorial y no se atreven a hacer propuestas concretas puesto que suponen que cualquier propuesta caería en las trincheras del enfrentamiento y el insulto.

En nuestro segundo libro proponemos introducir elementos de control democrático permanente y participación ciudadana viculante como los descritos anteriormente, a la vez que apostamos por un estado federal competitivo y solidario. También urge la reforma del sistema de elección del Congreso, una reforma total de las competencias y la elección del Senado y ante todo una reforma del modelo de elegir a los miembros del Gobierno ya que quedó demostrado que el sistema actual no sirve.

— ¿Cómo se podría proteger el medio ambiente en América Latina utilizando mecanismos de democracia directa?

— La democracia semi-directa como la vivimos en Suiza no tiene un efecto directo una finalidad definida. Solo postula una forma más adecuada, equilibrada y legítima de la toma de decisiones. En la mayoría de los casos el mero hecho de que existieran instrumentos de control y participación haría que no fuera necesario aplicarlos. Solo el hecho de que los representantes electos supieran que su actuación se puede someter a control y su negligencia puede ser suplida por la participación ciudadana haría que estos actuaran de una forma mucho más consensuada, moderada y sostenible. El ejemplo de Suiza demuestra que solo en contados casos los ciudadanos realmente tenemos que intervenir. Los políticos actúan de una forma mucho más razonable y sostenible si son conscientes de que el control es posible. Es comparable con los controles sanitarios, las inspecciones laborales o los radares en las autopistas, el mero hecho de saber que es posible el control hace que la mayoría actúe adecuadamente. No se trata de votar todo y todo el tiempo, se trata de concienciar a los políticos de que la democracia no es un cheque en blanco para 4 años y la política no es una profesión.

Los efectos sobre el medioambiente no los puedo anticipar ya que no sé qué harían de por si los políticos si supieran que estamos controlándolos y además no sé qué decidirían los ciudadanos en caso de tener que intervenir. De todos modos estoy seguro que todas las decisiones serían mucho más equilibradas, sostenible y consensuadas y además en el caso de cometer algún “error” por lo menos serían los errantes los que asumen las consecuencias. A día de hoy las consecuencias de políticas negativas siempre las pagamos los que no hemos tenido ni voz ni voto en el proceso legislativo.

— ¡Muchas gracias por la entrevista, Daniel!

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