El presidente del Festival, el director de la película y sus actores en Locarno
| CINE NOTAS | LOCARNO 2015 |
Me, Earl and the Dying Girl: La adolescencia y el collage de las emociones
— por Ricardo Pinzón de ©PuntoLatino —
Roger Ebert, el famoso critico norteamericano fallecido en 2013, tenía un escala para calificar las películas que reseñaba. De cero a cuatro estrellas. Una obra maestra como «La Naranja Mecánica» (1972), del también desaparecido Stanley Kubrick, recibió del ilustre Ebert, la pobre calificación de dos estrellas.
Yo admiraba a Roger Ebert por su forma de escribir, pero definitivamente no prestaba siempre mucha atención a su punto de vista. Como cualquier ser humano, podía equivocarse. No digamos equivocarse. Digamos diferir de nuestro punto de vista. Y Ebert realmente detestó esta película.
Uno de sus argumentos era que Alex (supongo que todos saben quién es Alex en «La Naranja Mecánica») era un personaje detestable; un sádico violador, que en la mirada de Kubrick era puesto en el centro de la composición usando una lente gran angular. Dicha lente cuando se usa cerca de un objeto, provoca una distorsión en la imagen que se encuentra a los extremos del cuadro, mientras que la imagen que está justo en el centro se mantiene poco modificada.
Ebert explicaba que al usar este dispositivo, el director nos mostraba que el depravado Alex es normal mientras que todo a su alrededor está distorsionado. Bueno, no me pongo de lado de esta explicación, creo que a veces Ebert era un poco moralista. Pero independientemente de la interpretación del mecanismo usado por Kubrick, lo que Ebert si bien hace es describir con precisión el uso técnico de este dispositivo.
El director norteamericano Alfonso Gómez Rejón (de origen mexicano) usa en su nueva película «Me, Earl and the Dying Girl», este recurso de manera constante. Claro los personajes en ella no tienen nada que ver con el infame Alex. Lo importante es la comprensión técnica del uso de este tipo de composición y de este tipo de lente. No podría ser de otra manera pues «Me, Earl and the Dying Girl», como lo indica su nombre, está contada en primera persona.
El narrador es un adolescente desgarbado y lleno de miedo, Greg Gaines (Thomas Mann). Quien para sobrevivir a su vida en una highschool norteamericana, ha decidido bajar la cabeza y tener un bajísimo perfil sin involucrarse con nadie y aún teniendo interacciones amables con todos.
En su adolescente y prejuicioso universo, cada ser humano pertenece a una tribu: los góticos, los nerds, los deportistas. En fin todos los clichés de pandillas juveniles que estamos acostumbrados a ver en los colegios a la Hollywood. Esta reducción de la naturaleza humana sería desastrosa cinematográficamente si no es por el hecho que Greg ve el mundo de esta manera, y siendo él nuestro narrador, nosotros vemos el mundo a través de sus ojos. La película nos permitirá avanzar junto a él mientras su visión reducida del mundo comienza abrirse poco a poco.
Pero a esta mirada reducida del mundo no le falta diversión. Greg tiene un amigo, Earl (Ronald Cyler II), un chico que viene de una familia un poco desbarajustada y que es su cómplice en la creación de películas sweded. Esas versiones truchas de títulos famosos del cine que se hicieron super conocidas luego de la película «Be Kind Rewind» (2008) del francés Michel Gondry.
La dupla produce gemas como: «A Suckwork Orange» , «The Seven Seals» o «2:48 pm Cowboy». Joyas de la imaginación que el director de origen mexicano trabaja con una imaginería extraordinaria, seguramente derivada de la novela homónima de Jesse Andrews, sobre la que está basada, y quien también escribe el guión de este film.
Estos niños tienen acceso a obras maestras del cine desde la niñez. ¡No puedo negar que sentí envidia de estos personajes! ¡Que bella juventud! Claro, son personajes de ficción, pero recordemos que Steven Spilberg hacía ya películas de acción caseras con sus amigos de niñez. La genial «Super 8» (2011) de J. J. Abrams, dará cuenta de esta etapa del afamado director.
Gómez-Rejón, que es conocido por dirigir episodios de la azucarada serie norteamericana «Glee», trae ciertos elementos visuales candorosos pero extremadamente llamativos en esta cinta. Por ejemplo los pasillos de la escuela y la cafetería que se distorsionan al extremo para dar la impresión de un espacio que no tiene fin, por donde el horrorizado Greg evita pasar prefiriendo refugiarse a almorzar en la oficina del Sr McCarthy (Jon Bernthal), el super comprensivo y tatuado profesor de historia.
La película está repleta de referentes cinematográficos, desde la música a los diálogos o la planimetría, sin olvidar los mismos cortometrajes producidos por Greg y Earl. Y por supuesto esta película sobre las películas, será mejor saboreada por los geeks que logran pescar la miríada de referencias que aparecen en este inmenso collage de film, donde el ídolo es Werner Herzog. Y para aquellos que no. Olvidaba mencionar a la dying girl, Rachel (Olivia Cooke). Una compañera de colegio que es diagnosticada con leucemia.
Greg presionado por su madre busca a Rachel y a pesar de la resistencia de ambos se forja una profunda amistad que será el centro de la evolución emocional de Greg, Earl and the Dying Girl.
Una película honesta. Perfecta para toda la familia, repleta de humor y liberada del cinismo hypster de cintas recientes, con unas actuaciones impecables que una vez más discute el poder terapéutico del arte y del cine como espacio privilegiado para soñar.
Alfonso Gomez Rejón on sus actores en la conferencia de prensa, a la que asistió PuntoLatino, en Locarno
→ Más artículos sobre películas del Festival de Locarno, ver …