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Llegar a La Paz, meta para una pareja dispareja 

Sobre «Camino a La Paz» de Francisco Varone (Argentina 2015), road movie en taxi Buenos Aires–La Paz, por Luis Vélez Serrano de ©PuntoLatino / Fotografías: ©todaslascriticas.com.ar 

Buenos Aires (Argentina) – La Paz (Bolivia), ¡pero en taxi!

Se trata de un viaje de Buenos Aires en Argentina hacia La Paz en Bolivia, pero no en avión, tren o autobus. ¡Se trata de un viaje en taxi!. No es un capricho de millonario, es un anciano de salud delicada que utiliza los servicios de un «remisero» (chofer sin licencia de taxi), para desplazarse en Buenos Aires y un día, el cliente propone al taxista que lo lleve en su Peugeot 505 a la altiplánica capital boliviana. La proposición coincide con necesidades económicas de Sebastián (Rodrigo de la Serna), ya que su mujer acaba de quedar sin empleo, el joven remisero está recién casado y el viaje se acuerda a pesar de las dudas y reticencias de Sebastián. Las relaciones del «taxista» con su mujer no son de las mejores, con ella hace también una «dispareja» en alguna medida.

Este interesante filme se proyectó la segunda semana de noviembre 2016 tanto en el Festival «Filmar en América Latina» de Ginebra como en el Festival «Pantalla Latina» de San Gallen, ambos en Suiza.

 

Llegar a La Paz (Bolivia) es meta común pero con contradicciones 
El anciano Jalil (Ernesto Suárez), es un creyente musulmán de obediencia sufista, que por motivos religiosos ha decidido ir a La Meca con su hermano que lo espera en La Paz. Su precaria salud hace que no pueda viajar ni en avión, ni en tren, ni en autobus: Jalil necesita pernoctar en hoteles para servirse de un equipo portátil de diálisis que lleva consigo y con el que duerme enchufado todas las noches. En La Paz lo espera su hermano y con él irán en taxi a Lima y desde allí en barco durante unas 3 semanas seguirán hasta su destino. Jalil cuando le preguntan si es árabe, responde tajante «soy mendocino».
El título de la película denota el destino para ambos protagonistas: llegar a La Paz (Bolivia) significa para Jalil reunirse con su hermano y seguir viaje a La Meca. Para Sebastián llegar a la capital altiplánica significa cumplir el contrato y realizar una ganancia en un momento de necesidad. El anciano persigue una finalidad espiritual y el taxista «remisero» persigue una finalidad material, ambas legítimas motivaciones que sirven de unión a dos personas (un viejo de 72 y un joven de 35) muy diferentes en todo no solo en edad, ¡una verdadera dispareja!.

 

Lo espiritual y lo material motivan a los protagonistas
El director de la película, Francisco Varone nos comenta que por azar de la vida, llegó a conocer a un amigo que se hizo musulmán y de ahí vino la idea del filme. No hay ninguna intención política y menos religiosa en la película. Hay escenas documentales de rituales musulmanes en los que participó el mismo director del filme. El viaje a La Meca, hecho importante en la vida de un musulmán, sirve para marcar el aspecto espiritual que mueve al anciano Jalil y a su hermano.
El aspecto material que motiva a Sebastián sale a relucir por el apego a su coche heredado de su padre, a su gusto por el asado, y un tanto por su amor a la vida tranquila, diríamos, diríamos casi a una cierta pereza.

 

Pareja dispareja
Como todo road movie, los obstáculos del camino son lo que constituyen lo interesante de la película.
En un road movie de una parte está el viaje mismo: origen y destino, como elementos significantes. Pero también los objetivos del viaje, los obstáculos y transformaciones que ocurren en el mismo. Taxista y cliente no se aprecian mucho, sus caracteres parecen incompatibles, son una dispareja, como dijimos antes y al empezar, y todo hace pensar que se presentarán escollos. El anciano es algo malhumorado, cascarrabias. El joven no es muy respetuoso, tiene respuestas irónicas. Pero, más allá de las emociones, hay cierta simpatía oculta, diría yo; sobre todo el viejo hacia el joven. Los escollos llegarán pero serán de otro tipo: mecánicos para Sebastián y de salud para el anciano Jalil.

 

Llegar a La Paz es el final feliz. Punto de llegada y punto de despedida
Los espectadores nos preguntamos si el viaje se frustrará y luego, si la salud de Jalil resistirá sin el auxilio de su máquina portátil de diálisis. Pero la amistad estrecha a estos dos seres al punto de maravillar al espectador. Jalil llega a La Paz apoyado por el joven remisero Sebastián.
Hay un final feliz cuando se ve a Jalil jugando ajedrez con su hermano, en su cama de enfermo, pero muy alegre y repuesto. Un cruce de miradas sonrientes con Sebastián desde la puerta marca el final de una etapa exitosa para ambos, un punto que sirve también de despedida. 

 

Las transformaciones: de dispareja a pareja

El viaje de unos 3000 km, etapa difícil, -principal diría yo-, se ha cumplido exitosamente para Jalil, es un viaje material alcanzado. De otra parte, el viaje ha transformado a Sebastián, ha descubierto la dimensión espiritual de la vida, una espiritualidad no necesariamente religiosa y ha nacido una amistad entre los dos hombres, una simpatía entre dos seres muy diferentes..
El personaje de Sebastián experimenta un cambio radical: de la «espiritualidad» de los «Voix Dei» (es un fan de ese grupo musical de rock) a la espiritualidad del anciano musulmán: Sebas es otro hombre. No acepta convertirse a la religión de su amigo viejo, pero el cambio espiritual es lo que conmueve al espectador. Sin la ayuda material y quizá moral de Sebastián, el anciano Jalil no habría sobrevivido.

A nuestra manera de ver el agente de cambio ha sido la espiritualidad: de tipo religioso para Jalil y de tipo no religioso para Sebastián. La Paz parece ser no solamente un destino geográfico para Jalil y Sebastián, sino también un espacio simbólico como lugar de llagada para repartir en otras condiciones.

Compañía perruna y paisajes argentino-bolivianos
Dos perros simpáticos y muchos elementos anecdóticos del viaje introducen el humor y hacen del «Viaje hacia La Paz» un filme entretenido muy agradable. Los paisajes desde Buenos Aires, pasando por el norte argentino hasta la frontera con Bolivia (Villazón, Tupiza) hasta llegar a La Paz, a los espectadores, nos hacen también viajar de alguna forma.

 

 

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Discusión con Francisco Varone en Ginebra, el 19.11.2016.

Una de las salas más amplias del Festival con un lleno total aplaudió al director Francisco Varone, presente en la sala, y cuya presencia se aprovechó para un discusión con el público.

 

varone200x352— Felicitaciones Francisco por este filme que muestra la bondad humana. Me pregunto cómo has podido encontrar un equilibrio entre la búsqueda humana y el sufrimiento, combinando todo con el humor. ¿Cómo has escogido el aspecto musulmán para ilustrar tu película?
— Gracias por las palabras positivas para la película. Tu me haces dos preguntas en una. En cuando al humor y a la parte emocional: me propuse escribir una historia que tenga algo que ver conmigo, sin fijarme que sea comedia, drama u otro género fijo. A medida que escribía, reflejaba mi manera de ser, algo de búsqueda espiritual, con humor y diversión, sin que esto haya estado previsto o planificado. La segunda pregunta, cuando empecé a escribir el guión, yo solo sabía que era un chofer que llevaba un pasajero muy lejos. Sólo sabía eso.
Luego encontré a un viejo amigo, compañero de universidad, Gustavo; y, cuando lo saludé, me dijo ya no me llamo Gustavo, me llamo Jalil, me convertí al islam y me presentó a su mujer Habiba. En Argentina, como en gran parte de América Latina, la comunidad musulmana es una de las más pequeñas y menos conocidas. Yo pedí a Jalil, por esta razón, que me haga conocer su comunidad. Fui un sábado a participar de una ceremonia, –es un episodio documental en esta película–, me invitaron a rezar, a comer, a participar en el ritual, etc. Es un grupo de sufistas, no son ortodoxos musulmanes. Ahí me dije esto que es tan poco conocido en Argentina que debo hacerlo conocer en el filme.

 

— Si ésta es tu «opera prima», espero con ganas la segunda y tercera películas tuyas. Mi pregunta: elegiste «La Biblia» de «Vox Dei», cuando esa pieza salió tu todavía no habías nacido, es una melodía religiosa. ¿Por qué la escogiste?
— Es de 1970, la música de «Vox Dei», «La Biblia» que comienza con una canción que se llama «Génesis» y termina por otra «Apocalipsis». Yo utilizo solamente «La Biblia» en el filme. ¿Por qué es parte de la película? no me gustan las cosas forzadas, me gustan las cosas que me nacen. Recorriendo, una noche, me paro en Córdova y entro a un restaurante donde el dueño, era al mismo tiempo el camarero, el cocinero y luego cobraba por el show que lo hacia él mismo tocando guitarra. No había opción: había que pagar por «show». Al principio me molestó esa actitud, me enfadé un poco. Pero el hombre cantaba «Vox Dei» y luego me di cuenta que estaba tocando la música que sería la de mi película, y me sentí, más bien, agradecido a él.

 

— Cómo Ud. ha encontrado al actor principal, Rodrigo de la Serna, es muy conocido en el cine.
— Rodrigo de la Serna es un actor muy conocido, no acepta cualquier proposición. Yo no soy un director famoso ni tenía mucho dinero para la película. Le hice llegar el guión y le gustó, quedamos en reunirnos, la condición fue que haya una cierta «complicidad», una cierta «química» con el otro actor (el viejo), porque eso sería la clave para el éxito del filme. En esta película Rodrigo es un actor más retenido. El, normalmente, es más histriónico. En algún momento él me dijo «me estás pidiendo que no actúe». Pero al final encontramos un punto de equilibrio. Rodrigo asumió un rol mucho más sutil, más contenido que los roles que él acostumbra desarrollar, que son roles más abiertos, más extrovertidos.

 

En PuntoLatino más sobre el Festival «Pantalla Latina» 2016, VER

 

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