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Ariel che, te veré más tarde, pero tenés que hacerme un favor…
— A propósito de «El Rey del Once» de Ariel Burman, Argentinia, 2016. Realizado por Daniel Burman. Presentado en el festival Yesh en Zúrich. Por Michaël Tuil, de ©PuntoLatino
Ariel es economista en Nueva York. Tiene un buen trabajo, una novia, se siente New Yorkese. Pero cuando Ariel regresa a Buenos Aires en su barrio natal del Once para ver a su padre Usher y presentarle su novia, no sospecha que eso cambiará radicalmente su vida.
Acaba de llegar al aeropuerto de Buenos Aires, comienzan las decepciones para Ariel. Su padre no está allí para darle la bienvenida. Envió a un amigo y llama a Ariel para hablar por teléfono. Eso continuará durante los siguientes días: Ariel que pensaba pasar tiempo con su padre se siente abandonado y solo. Exactamente como se sentía abandonado cuando era niño, el día en que su padre prefirió ir hacer el Minian – el grupo de 8 hombres indispensables para un entierro u otra ceremonia judía –, en vez de venir a admirarlo llevando la bandera durante el desfile de la escuela.
Esta tensión entre los deberes como miembro de la comunidad religiosa y la disponibilidad como padre de familia y esposo es un tema clave del Rey del Once. Décadas más tarde, Ariel se siente abandonado de nuevo porque su padre no tiene tiempo para él. En vez de venir y pasar tiempo con él, Usher llama a Ariel todos los días a través el celular de una persona diferente: “Ariel che, te veré más tarde, pero tenés que hacerme un favor e ir a ver el carnicero para arreglar tal y tal problema”. Abandonado como cuando era niño, pero esta vez la situación es diferente. Esta vez, Ariel es un adulto y puede intervenir en la vida comunitaria. Poco a poco, comienza a sentirse cómodo en su papel de ayudar a la gente. Poco a poco, se metamorfosea en el rey del once, respetado por la comunidad de los judíos ortodoxos, resolviendo los problemas de la gente, participando como un octavo miembro del Minian… simplemente porque es la cosa justa a hacer. El hecho de que el hombre que acababa de morir había insultado a Ariel, que querría golpear a su padre Usher y que había rechazado a su propia hija – de la que Ariel se había enamorado – no cambia nada a eso. Ariel ha madurado y entiende las razones escondidas de las reglas comunitarias.
Para la película “El Rey del Once”, Daniel Burman se ha basado en un personaje real, Usher Barilka, un líder de la comunidad judía ortodoxa del Once que ayuda con su fundación a la gente pobre del barrio. La realidad se mezcla a la ficción a través de este personaje inventado del hijo perdido, el que regresa de los EE.UU. por una razón precisa y que termina quedándose en el Once, redescubriendo sus raíces, encontrándose a sí mismo y al amor. Burman desarrolla la relación padre-hijo, padre-hija y aquella entre un individuo y su comunidad. De esta manera lleva al espectador al corazón de la comunidad judía del Once y le permite entender y sentir sus lazos sociales fuertes: estos lazos que pueden lastimar pero que también pueden dar un nuevo sentido a la vida. La escena final de la película, cuando Ariel maneja en las calles de su barrio, convertido en el Rey del Once, se puede interpretar como un símbolo de que el desarrollo personal depende entre otros de la inserción y el papel de una persona en una comunidad.