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El aumento de embarazos adolescentes en Latinoamérica está inevitablemente unido a la violencia sexual
Entrevista a la directora de cine española Xiana Yago por María José Burguillos de ©Punto Latino; Festival Pantalla Latina San Gallen 24.11.2018.
Xiana Yago en su documental «Las Mujeres deciden» aborda y nos muestra abiertamente la problemática del aborto clandestino y la violencia sexual contra las mujeres en Ecuador. Estoy segura de que con esta película, esta valiente directora conseguirá despertar la conciencia de todos los que la vean, para transformar esta durísima realidad.
— Xiana, estás en Suiza para presentar tu película «Las mujeres deciden». ¿Qué nos puedes contar sobre ella?
«Las mujeres deciden» es un documental largometraje que trata sobre el embarazo adolescente, el aborto clandestino y el abuso sexual intrafamiliar en Ecuador. La película se estrenó el año pasado y llevamos prácticamente un año y medio de gira de festivales. En Suiza estuvimos en Ginebra y ahora presentamos la película en la Suiza germanoparlante.
— ¿Por qué has querido hacer una película sobre el aborto clandestino en Ecuador?
— En 2007 estaba estudiando medicina y me fui a Ecuador por primera vez a hacer las prácticas de mi último año. En aquella época estuve trabajando en la maternidad de Quito y allí me di cuenta de que había muchísimos casos de aborto clandestino que llegaban al hospital diariamente. Las mujeres estaban abortando en situaciones clandestinas terribles y pensé que era un tema sobre el que merecía la pena investigar y hacer algún trabajo. Cinco años más tarde, en 2012, decidí escribir el proyecto para hacer este documental volviendo a Ecuador a investigar y comenzar el proyecto.
— Como médico has vivido la problemática del aborto clandestino de cerca. ¿Cuál es tu experiencia personal?
— A parte de esta realidad sobre la cual me parecía que había que ayudar a que se hablara, puesto que en Ecuador era un tabú y lo sigue siendo, me impresionó que había muchas mujeres a nivel local que estaban trabajando en el activismo para ayudar a otras mujeres, darles información y acompañarlas. Cuando estuve en Ecuador la primera vez conocí un grupo de chicas que estaban comenzando en la línea telefónica de abortos seguros en Quito llamada Salud Mujeres, que ofrece información gratuita sobre aborto con medicamentos. Iban a los colegios a dar información sobre educación sexual y acompañando a mujeres. Me pareció una labor fascinante. Creo que es muy valiente e ideal el hecho de que hubiera gente ayudando a otras personas.
— En la película llama mucho la atención la edad de las mujeres que sufren embarazos no deseados; hablamos de niñas de tan solo 12 años, y adolescentes de 13 y 14. ¿Es un denominador común con el resto de Latinoamérica? ¿Hay alguna similitud con Europa?
— En Latinoamérica ha habido un aumento de embarazos no deseados en estos últimos años y mi intención con la película también es subrayar que este aumento está inevitablemente unido a la violencia sexual. Sabemos que cada día en Ecuador hay seis embarazos producto de la violencia sexual de niñas. Esto es algo que salta a la vista y que provoca mucha indignación, obviamente en Europa no lo conocemos y por tanto no se puede comparar, pero cabe remarcar en cambio que en Europa sigue habiendo mucha violencia sexual y contra la mujer. Los datos son que en Ecuador una mujer muere asesinada a manos de un hombre cada tres días y en Alemania también. Evidentemente Alemania es un país mucho más grande que Ecuador, pero precisamente leí un titular la semana pasada de una fuente del Ministerio de la Familia en Alemania (país donde yo vivo), que decía que cada día un hombre intenta asesinar a su pareja o expareja en ese país y al tercer día lo consigue. Esto nos hace pensar que este fenómeno se produce a nivel global. Estamos peleando por una concentración a nivel mundial.
— Aparecen personajes reales, por ejemplo Mishell, víctima de abuso sexual. ¿Cómo crees que se sienten estas adolescentes al poder denunciar esta problemática mediante el cine?
— Para mí fue un proceso muy difícil, fui paso a paso. Intenté como siempre realizar y mostrarles cada avance en el proyecto para estar segura de que estaban conformes con lo que estábamos haciendo, que ellas tuvieran siempre el control y nunca se sintieran afectadas o que les fuera a pasar nada negativo por culpa de la película. Cuando estrenamos la película en Ecuador en el festival EDOC, invitamos a todas las protagonistas a Quito y fue todo muy emotivo y bonito. Fue como un reconocimiento a Mishell porque recibió muchos aplausos, apoyo y cariño por parte de la gente, para demostrarle que ella estaba haciendo lo correcto.
— ¿Crees que ha habido alguna mejora en Ecuador en algún ámbito de este problema en los últimos años?
— Históricamente los grupos feministas en Ecuador llevan una lucha muy larga. Se ha intentado debatir en el parlamento ecuatoriano el tema del aborto en caso de violación muchas veces, para aprobar o cambiar la ley, pero nunca se ha llegado a lograr. Creo que hay mucha resistencia desde el ámbito político, pero por otra parte lo que está pasando en Ecuador y en Latinoamérica es que con el tiempo está aumentando la conciencia feminista y esto es importante. Cada vez más gente sale a la calle para pelear por sus derechos. Hemos visto que en Argentina muchas mujeres han salido a la calle para exigir el aborto legal, un movimiento impresionante de mujeres muy jóvenes. Hoy mismo 24 de noviembre, lo están haciendo en Quito en una gran manifestación para pedir el fin de la violencia contra las mujeres. Esto es importante y ojalá tenga una repercusión política en algún momento.
— Hablemos un poco sobre ti. ¿Cuál es tu bagaje como cineasta?
— Estudié primero medicina en Barcelona, terminé mis estudios hace diez años y luego me fui a Berlín a trabajar como médico. En ese momento decidí que quería hacer cine y empecé a participar en proyectos de largometrajes de bajo presupuesto para aprender a trabajar como ayudante de dirección y a hacer cine. Poco a poco me di cuenta de que sobre todo lo que quería era aprender a escribir guión y me fui a Madrid a estudiar una maestría en guión en 2011. Después de eso me lancé a escribir mi primer proyecto de documental, volví a Ecuador y comencé mi primera película «Las mujeres deciden». Ahora estoy empezando a desarrollar un proyecto que es un documental sobre salud mental en Bolivia: se llama «Salir».
— ¿En qué festivales tienes programado proyectar «Las mujeres deciden»?
— Estrenamos en abril del 2017, hace un par de días se proyectó en Lyon en un festival latinoamericano. A principios de diciembre se proyectará en México D.F. en la primera muestra de Vídeo Feminista. Habrá otra proyección en Bonn en el Festival Mira de cine latinoamericano. Además con motivo del 25 de noviembre, día contra la violencia contra la mujer, presentaremos la película con debate posterior en algunos lugares de España, gracias a algunos ayuntamientos y colaboraciones con Amnistía Internacional. La idea es dar la opción siempre que se puedan mostrar estos problemas para que se trabaje con jóvenes que hablen sobre lo que pasa en Ecuador y en el propio lugar de donde procedan.
— ¿Para terminar, ¿Tienes alguna anécdota que quieras contarnos?
— Una cosa bonita es que el año pasado en Ecuador nos dieron un fondo del Consejo Nacional de Cine para distribución e hicimos una gira allí de tres semanas. La condición de ese premio era que invirtiéramos ese premio mayormente en la distribución dentro del país. Hicimos una propuesta de distribución comunitaria y local. Decidimos que era importante que la película llegara sobre todo a lugares donde no hay cines y a nivel de provincias, donde no hay tanta oferta cultural. Colaboramos haciendo varias proyecciones al día durante tres semanas sin parar con asociaciones locales que trabajan en problemas de violencia, de la juventud y de la mujer. Fue muy bonito, porque se logró reunir a mil alumnos y profesores de secundaria en la Amazonía ecuatoriana, con la idea de hablar del tema de la violencia sexual para que los colegios supieran cómo actuar en estos casos, con la colaboración y guía de estas asociaciones locales. Fue una experiencia fantástica. La finalidad de la película era volver a Ecuador para mostrar el documental y que sirviera como herramienta para hablar y romper el tabú sobre este tema.
— ¡Nuestro agradecimientos Xiana Yago por concedernos esta entrevista para PuntoLatino!
Entrevistada y entrevistadora