| CINE | LOCARNO 2018 | COLOMBIA |
Derrotados por el narco, los wayú conservan la empatía del público
— Nota de Luis Vélez Serrano sobre «Pájaros de verano» de Ciro Guerra (Colombia), Locarno agosto 2018, Piazza Grande.
¿Por qué la marihuana y no la cocaína?
En la conferencia de prensa hice una pregunta a Ciro Guerra que me sirvió para enterarme de las fuentes u origen de la película. Le pregunté por qué el tema es la marihuana y no la cocaína. Guerra me respondió que su filme se basa un hecho real: la «Bonanza Marimbera» —décadas 1960–1980— y que quien tuvo la idea de ponerla en cine fue su productora, Cristiana Gallego, quien guardó el proyecto en sus gavetas por varios años. Cuando se materializó la idea, Gallego tuvo que pasar de productora a co-directora.
La materia primera de la narración es la población «wayú» y el tráfico de la marihuana. Los indígenas que se han conservado en sus territorios y han mantenido su cultura causan simpatía, más aún, si se trata de indígenas como los wayú, que han sido víctimas de abusos y amenazas. Cuando se trata de poblaciones aborígenes –como ésta– se va más allá, se pasa a la empatía. Es decir, que la gente, el público, se identifica con ellos, quiere que salgan airosos de un problema, ganadores de un conflicto. Las empatía se da además porque su cultura es depositaria de valores ancestrales por los que estos indígenas podrían dar la vida misma.
El narco, lo que toca, corrompe
Ahora bien, en «Pájaros de verano», los wayú salen perdedores y es el tráfico de marihuana el que sale triunfador. El narco corrompe lo que toca, en este caso la cultura wayú que resistió mil embates, no se libró de la “magia” negativa del narcotráfico: ganar dinero, mucho dinero y muy fácilmente.
Del lado de los narcos, si se habla de sus «valores», habráse de mencionar su «ley». Cuando alguien la infringe se hace posible a un castigo violento y quien recurre la medida, va por un ajuste de cuentas y ejerce la venganza. En «Pájaros de verano» el balance da el triunfo al narco y la penosa derrota es para los wayú. Los indígenas que atesoran cultura y valores se dividen por el dinero fácil que se consigue con el tráfico de marihuana. Los principios ancestrales también ceden ante el poder del metálico y cual vulgar horda de mafiosos recurren a la venganza, al ajuste de cuentas …
Pero la película en el fondo, no es derrotista, avisora esperanza. La película no tiene episodios ni capítulos, tiene cantos: deliberado elemento poético o épico, ¿o ambos?
No sólo el dinero, también el oropel seduce …
Es más que un simple filme de narcos o narcopelícula, tiene materia histórica, ribetes documentales, mucho de arte: es una película muy bien hecha. Sin embargo de las narcopelículas tiene los elementos clásicos: productores, compradores (gringos), comercializadores, ajuste de cuentas, venganza. Con las auténticas joyas tradicionales wayú, conviven las joyas falsas de oropel, los lujos propios de los grandes narcos como los relojes de marca y, cómo no, gafas de sol con la que posan ufanos compitiendo con los de Hollywood …
He leído en los comentarios sobre el Festival de Cannes que el equipo técnico del filme fue de 75 personas y cerca de 2000 extras. Quise preguntarle si las cifras eran ciertas, quise preguntarle ¿cómo están ahora los wayú? Y además, si personalmente y fuera del cine, él está por la legalización de la marihuana. Pero después de una cita acordada en el centro de prensa y luego trasladada a un céntrico hotel de Locarno, Cito Guerra, no apareció …
Ver ficha técnica en:
— Conferencia de prensa …
— Artículo de Luigi Vallana …