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Reflexión sobre los mexicanos condenados a muerte en EE.UU.
— sobre «Los años de Fierro» de Santiago Esteinou (2013), por Ricardo Pinzón (UNIL), redactor de ©PuntoLatino
Ginebra, enero 2015
Desde mi punto de vista, cuando estamos frente a una pantalla de cine o de televisión, es esencial comprender que, parafraseando a Piere Sorlin: «En la pantalla no vemos el mundo sino lo que el realizador ha querido mostrarnos de él».
Con el cine de ficción el contrato ente el realizador y el espectador parece ser claro y aceptamos las propuestas más absurdas, un hombre en mallas azules con una sábana roja atada al cuello que vuela por los aires. Sabemos y entendemos que esto no es verdad, es una fantasía mostrada en la pantalla.
Con el cine documental este contrato parece, en ocasiones, no ser tan claro. Las fronteras se hacen diáfanas entre lo que reconocemos como fantasía y como «realidad». El 29 de enero pasado tuve el inmenso placer de asistir a la proyección del documental mexicano «Las años de Fierro», en el marco del festival Black Movie, en Ginebra.
De nuevo me sentí abrumado, durante la ronda de preguntas al finalizar la proyección, de la manera en que el público formulaba cuestionamientos factuales olvidando que lo que acababan de ver era una película, y en ese sentido, una construcción, donde el realizador escoge qué mostrar y que no, y cómo mostrarlo. Eso que estamos viendo, no es «real».
Dicho eso, este magnífico documental nos cuenta la historia de los hermanos Fierro, César y Sergio. Dos criminales mexicanos de poca monta cuya vida se ve trastornada cuando César es acusado del asesinato de un taxista en El Paso, Texas, y posteriormente condenado a muerte en 1978. Desde entonces ha estado en espera de la aplicación de la condena a pesar de las abrumadores evidencias, que según la película, indican que César es inocente.
Es una película sobre el absurdo, que nos enfrenta una vez más, con la rampante corrupción de ciertas autoridades en los países de América Latina. En este caso personificada por el chovinista ex jefe de policía de Juárez, quien califica de «ratas» a los hermanos Fierro.
Un absurdo que, por ejemplo, se refleja en la forma en la que César fue encarcelado, según él mismo cuenta. Fue a la cárcel para visitar a su hermano Sergio y allí se quedó, acusado de tratar de ingresar unos cigarrillos de marihuana.
Este episodio me recuerda el maravilloso cuento de Gabriel García Márquez, «Solo vine a hablar por teléfono», donde una mujer mexicana es encerrada en un hospital mental español cuando se detiene en él para hacer una llamada telefónica de emergencia. Eventualmente siendo absorbida por el lugar, perdiendo su salud mental.
César, en la película, también entra en una espiral de degradación mental. Después de más de 30 años esperando la muerte, en condiciones inhumanas, sabiéndose inocente ¿Cuánto tiempo puede resistir la salud mental de una persona? Así que trata de suicidarse lo que lo pone en una situación aún peor. Desnudo en una celda aislado y vigilado para que no trate de quitarse la vida.
Alguien dentro del público preguntaba: ¿por qué no dejar que se suicide?, si lo van a matar de todas maneras. La ingenuidad de la pregunta me chocó hasta la médula de los huesos. Trajo a mi memoria las historias sobre la obsesión con la que eran vigilados los líderes nazis durante los juicios de Núremberg. Los condenados debían sobrevivir al juicio. Pues los aliados debían imponer la pena. Ellos y solo ellos deberían tener la potestad de impartir el castigo.
La respuesta para mi era evidente, el estado es quien tiene el uso legitimo de la violencia. Para que la condena sea ejemplarizante, solo él debe poder aplicarla. Sin embargo esa pregunta pone el dedo en la llaga ¿Tiene el estado el derecho legitimo de quitarle la vida a un condenado? ¿Cómo debe el estado comportarse ante sus criminales? ¿cuáles son sus responsabilidades?
La película del director debutante Santiago Esteinou, a través de un relato intimo que también se beneficia de múltiples fuentes como testimonios, documentos y archivos de video, hace una reflexión exhaustiva y efectiva sobre los efectos de la pena de muerte sobre una familia y sobre los valores sociales que la sostienen á la vez que milita por la causa de los ciudadanos mexicanos condenados a muerte en las prisiones de los Estados Unidos de América.
(*) «Los años de Fierro», documental, color, 100′, México 2013, Santiago Esteinou.