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La directora mexicana Juliana Fanjul, entrevistada en el Festival «Filmar» por Stefania Di Iulio de PuntoLatino


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Juliana Fanjul: Se puede tender hacia un México un poquito menos desigual

— Entrevista con Juliana Fanjul, por Stefania Di Iulio de ©PuntoLatino. Festival «Filmar», 22 noviembre 2015

En su primer largo metraje «Muchachas», Juliana Fanjul retrata el cotidiano de las señoras Remedios, Lupita y Dolores, fieles empleadas domésticas de su familia en México. La confianza y el cariño en los diálogos entre las protagonistas y la realizadora, que habla a través de la cámara, hacen cuestionarse sobre la relación que puede existir entre estas dos facetas representativas de la sociedad mexicana.

 

— Muchachas es tu primer largo metraje. ¿Cuándo y cómo nació la idea del proyecto? ¿Tiene que ver con el hecho de que ya no vives en México, y que ves la realidad de allá de otro punto de vista, con más distancia?
— Claramente la idea surgió después de vivir algunos años en Suiza. Llevo 4 años viviendo acá, pero antes había vivido 3 años en Cuba y la realidad cubana sobre todo es muy distinta a la realidad mexicana, allá hay socialismo y comunismo. La realidad suiza también porque acá no hay esta costumbre de las mujeres que trabajan en las casas, no como en Latinoamérica. Esta distancia hace que uno esté pensando en su país todo el tiempo, reflexionando y comparando, aunque no es bueno comparar pero es inevitable. Uno se da cuenta de cosas que tenía en frente de sus narices y que eran parte del cotidiano, y las ve de otra forma. Se me antojó hacer esa película que trata de sacar de la invisibilidad a las empleadas del hogar a partir de la muerte de mi abuela que falleció cuando yo ya estaba viviendo acá. Eso me hizo pensar mucho en qué iba pasar con la señora Remedios que llevaba 22 años viviendo en casa de mi abuela, además la casa se iba a vender y nadie sabía muy bien lo que iba a pasar con Remedios. Es a partir de allí que me vino la idea. Insisto mucho en el hecho de sacarlas de la invisibilidad, de darles una voz, porque son mujeres que están en las cocinas y que nadie ve, ni se interesa realmente en hablar con ellas, por preguntarles más sobre su vida. Insisto en poner a la luz la problemática social de desigualdad que existe en México y de alguna forma hacerles un homenaje a estas mujeres que dedicaron tanto tiempo de su vida al cuidado y al servicio de mi familia en general, y de ponerlas a la imagen. Creo, quizás me equivoco, que es el primer documental mexicano donde ellas mismas interpretan su propio papel. No son actrices que juegan el rol de las empleadas, sino que ellas mismas pueden hablar por si solas.

 

— Ya conocías a todas las protagonistas de la película cuando vivías en México, muchachas que trabajan para miembros de tu familia desde hace muchos años, ¿cierto? Por eso se siente un clima de intimidad y de confianza en los diálogos. Sin embargo, ¿era la primera vez que hablabas de cosas personales y compartías con las muchachas? Es decir ¿la relación que tienes con las muchachas cambió con la película?

— Claro que cambió, sobre todo con Lupita, porque estamos en contacto todavía. La señora Remedios finalmente se fue a su pueblo de origen a vivir con su hija, y a pesar de que estemos en contacto a través del teléfono, no hemos tenido ocasión todavía de volvernos a ver. Con Lupita cambió considerablemente porque ella vino en abril a la première de la película al festival «Visions du Réel» en Nyon. Por primera vez tomó el avión y vino a conocer mi departamento aquí. Yo fui por primera vez en 16 años de conocerla a su casa en Huixquilucan, entonces logramos de repente acercarnos mucho más, descubrirnos la una a la otra y permitirnos hacernos preguntas mucho más íntimas. Eso es lo que me gusta del cine y de este tipo de cine, es como una excusa para entrar en la intimidad de otra persona y también para descubrir a si mismo, ponerse en cuestionamiento a si mismo como cineasta y como persona.

 

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Un fotograma de la película «Muchachas» (México 2014)

 

— La confianza, la espontaneidad y lo natural de los diálogos dan la impresión que las escenas se grabaron en una sola toma. ¿No fue difícil para las muchachas acostumbrarse a la cámara? ¿Cómo se desenvolvió el rodaje?
— El rodaje duró un mes, pero ya me dijeron que parece que duró un solo día. Yo creo que eso es algo bueno, que es la naturalidad. Ya conocernos y tener una confianza con ellas permitió que la presencia de la cámara no fuera una presencia tan incómoda o tan sorpresiva. Yo venía además con un equipo de dos muchachos, un camarógrafo y un sonidista que colaboraron mucho en la buena relación durante los días de rodaje, para hacerlas sentir en confianza, a gusto y tranquilas. Lupita en particular ya tenía la costumbre de verme filmar en la casa, porque ella trabaja desde que yo era adolescente y ya hacía corto metrajes en la universidad, y normalmente ella nos ayudaba con el café, los sándwiches y la comida durante los rodajes. Entonces, cuando le propuse hacer esta película y que ella fuera la protagonista y saltara del otro lado de la cámara, ella inmediatamente dijo que sí, porque es una mujer muy extrovertida, muy coqueta. Dijo que quería ponerse a dieta, que tenía que estar linda, que se iba a cortar el pelo, estaba muy preocupada con su imagen. Incluso cuando vino a «Visions du Réel», estuvimos haciendo pruebas para saber qué vestido se iba a poner, entonces nos volvimos como dos amigas a pesar de las diferencias que tenemos. Aunque seamos muy conscientes de ellas, la película permitió que esas diferencias se borraran o se aceptaran de una forma distinta y que de una relación claramente vertical entre nosotras, se pudiera hacer una más horizontal.

 

cine muchachas af200x296— ¿Cuál fue la reacción de las muchachas cuando se vieron en la pantalla?
— Hubo como risas nerviosas, como cualquiera que se descubre por primera vez en la pantalla, no tiene costumbre ni de verse, ni de escucharse. Cuando terminó la primera proyección, Lupita, en particular, me dijo que le dolía recordar los momentos tristes de su vida, puesto que hay una escena donde ella se revela a nosotros, a la cámara, cuando nos dice que su relación con su marido no estaba muy bien, él la golpeaba y tenían problemas económicos serios. Es una confesión fuerte. Para ella, el corazón de la película es sin duda este momento. La señora Remedios también tiene cierta nostalgia, porque hay escenas de la casa de la abuela en donde ella vivió tantos años y esa casa se vendió, ya no existe, entonces es una suerte poder recordar este espacio donde convivimos tanto tiempo.

 

— El espectador oye tu voz durante toda la película, pero nunca ve tu cara. ¿Por qué esa elección?
— Fue algo que dudamos durante mucho tiempo, desde el proceso de la investigación. Yo tuve algunos asesores europeos que me decían que era importante que yo en algún momento cambiara la posición de la cámara y me mostrara a mí. Lo intenté, a pesar de que me resisto porque soy muy tímida, pero viendo las escenas durante el trabajo de montaje en la sala de visión, nos dimos cuenta la editora y yo de que no funcionaba, era como se dice en francés «se caresser dans le sens du poil», era como decir «miren como yo soy buena, miren como yo sí logro tener una cercanía con ellas, como no soy la patrona mala». Eso jugaba en total desfavor de la película, porque al verme, soy blanca y soy la «güera» como decimos en México, pues era mucho mejor dejar el misterio en la imaginación del espectador, de cómo era mi físico y que ese físico no saltara a la imagen como algo que pudiera crear una barrera a los ojos del espectador. La voz en off se escribió también en el proceso de montaje, porque era necesario hacer una declaración, poner ciertas cosas de manifiesto en cuanto a mi postura política, asumiéndome como hija de los patrones, a pesar de que yo no les pago a estas mujeres, yo no las contraté directamente, me asumo como la heredera de una clase social privilegiada que es la parte social que domina dentro de esta relación vertical.

 

— En una escena, Lupita dice que a los rubios de ojos azules, no los ve como mexicanos. ¿Cómo te tomas este comentario, siendo rubia de ojos azules? ¿Cómo te sienta como mexicana?
— Es algo que no sólo Lupita dice, sino que en México en general, los «güeros» no son los mexicanos. Y para nosotros, «güeros», es muy raro porque nacimos allí, crecimos allí, yo pasé 30 años de mi vida en México sin haber ido a vivir a otro lado, siendo totalmente criada dentro de esta cultura. Cuando estaba en México, a veces bajaba de mi apartamento en el centro de la ciudad en una zona turística y me preguntaban si quería «turistic information», cuando más bien yo les puedo dar la información turística, porque conozco bien la historia de este país y su situación en general. Sin embargo, al estar viviendo fuera, cada vez que vuelvo, me brinca más a los ojos, que hay dos Méxicos, que hay los «güeros» y los «morenos» por decirlo así y que no es casualidad que la gente que hace los trabajos domésticos y de servicio en general son los mexicanos que tienen los rasgos indígenas más marcados. Incluso en el extranjero, me dicen que no parezco mexicana, entonces ¿qué es ser mexicano? Yo me siento profundamente mexicana. México es un híbrido después de 500 años de conquista donde ya nos mezclamos todos. Sin embargo los rasgos que dejó la conquista se pueden ver hoy todavía de forma muy marcada porque las clases sociales a pesar de la mezcla, siguen estando diferenciadas a través de gente que tiene privilegios mucho más claros que otros. Creo que lo importante en esta película para mí, y como el personaje que representa a ese mexicano blanco, es que tenemos que asumir esa herencia de los que vinieron a dominar y conquistar. A pesar de que ni mis papás, ni mis abuelos ni violaron, ni obligaron, ni evangelizaron, ni esclavizaron a nadie, hay que reconocer que somos los herederos de esa gente que llegó hace 500 años. Y creo que sólo a través de asumirlo y aceptarlo, de tomar consciencia de ello, se puede tender hacia una evolución y hacia un México un poquito menos desigual.

 

— No creo que la película trate de denunciar las condiciones de trabajo de las «muchachas», son empleadas de tu familia, pienso más bien que es una forma de rendirles homenaje. ¿Cómo explicarías el propósito de la película?
— Fue algo que también surgió durante el proceso de escritura del proyecto. De hecho, yo fui a México con la idea de ponerlas a la imagen y que ellas fueran las protagonistas sin tener muy claro de qué se iba a tratar. Entrevisté como a 30 o 35 mujeres que conocía, que trabajan en casa de amigos, de familiares, abrí un abanico un poco mayor. Las historias de abuso en general eran muy evidentes, la mayor parte de estas mujeres había tenido alguna historia bastante terrible con sus patrones. Sin embargo para mí eso es algo que escapa de mi propia vivencia, porque en mi casa nunca es que las tratáramos mal, en el sentido que no hay abusos de robo, ni abuso físico, ni historias de violencias, no hay violaciones, en fin tratamos siempre de tratarlas con cariño, con respeto. A pesar de que me di cuenta cuando hice esta película, que hay muchas cosas que no son normales. No es normal que Lupita esté lavando los perros en una tina o que tenga que hacer 5 horas de trayecto todos los días para ir a trabajar a la casa. Finalmente decidí reducir a tres mujeres, tres protagonistas en este relato porque esa era mi experiencia. Me di cuenta que a través de hablar de mi propia experiencia, la película iba a ser más fuerte porque iba a ser más íntima. Generalmente las películas más íntimas, suelen ser más profundas. Por otro lado, tratando de simplemente concentrarnos en el mejor de los casos que es cuando son consideradas parte de la familia – mi abuela decía que Remedios era como su hermana menor- cuando realmente hay al máximo esta expresión de cariño, pasa que a los ojos de muchos extranjeros puede incluso ser visto como una relación de esclavitud. Yo decidí centrarme en lo que pasa en el mejor de los casos, y es bastante cuestionable y bastante criticable también.

 

— ¿Cuáles son tus futuros proyectos? ¿También te gustaría hacer ficciones o te llaman más los documentales?
— A mi me llaman mucho más los documentales porque me permiten crecer, me permiten cuestionarme a mi misma. Siempre hay una cuestión de espejo, una cuestión autobiográfica en este tipo de documentales. A mi me interesa eso, el cuestionamiento personal para seguir creciendo y para ser mejor persona. Es muy «cliché» pero es verdad. Y entrar en contacto a través de una película, por la excusa de la película, con una persona con la que de otra forma no tendrías ningún vínculo me parece muy enriquecedor. Es realmente como abrir los ojos y darte cuenta de qué está hecho el mundo. Hacer cine es como cuando uno sale a fumar a una terraza y tiene la excusa de hablarle al otro porque le pides una cerilla o un encendedor, y en ese momento te pones a platicar porque tienes la legitimidad a través de la excusa del cigarro. Y la excusa de la cámara a través del documental es muy similar, de repente te permite preguntar cosas que de otra forma no harías. Hay una legitimidad que de repente es posible. Respeto a la idea de hacer ficción, uno siempre coquetea porque tristemente dentro de la industria del cine, tiene más prestigio la ficción, porque la gente acude más a verlo sobre todo en Latinoamérica, y porque hacen producciones más caras que son más difíciles de conseguir, y hay como un misticismo a través de los actores, de la farándula. A los documentalistas siempre nos preguntan cuándo vamos a hacer nuestra primera ficción y a los directores de ficción nunca les preguntan cuándo van a hacer su primer documental. A veces por una cuestión profesional, uno tiene gana de hacer una ficción para que lo reconozca. Sobre todo en Latinoamérica, en dónde el documental es totalmente ignorado, a mí me consideran como una que no hace películas sino videos, o corto metrajes. Pero no son videos, son películas, esto es un largo metraje. Pues hay un problema incluso en el lenguaje, hay una confusión para referirse al cine de lo real y al cine de ficción.

 

Mi próximo filme será sobre una periodista: Carmen Aristegui. Será una película sobre las mujeres sin voz, con una persona que es una de las voces más escuchadas de México

El próximo proyecto es un documental que parte de un origen similar, que es un cuestionamiento que tengo desde hace muchos años que es cuál es el lugar de la mujer en la sociedad, cuál es la batalla que tiene que hacer para hacerse su lugar y para tener un voz. Trabajo con mujeres que no tienen voz y eso me interesa. La próxima película se va a centrar en un personaje fantástico que es muy probablemente la mejor periodista mexicana, Carmen Aristegui, que ha hecho un trabajo de investigación notable en México desde hace 20 años y en los últimos 6 años tuvo un programa de radio escuchado por cerca de 18 millones de personas. Ella reveló los últimos escándalos de corrupción del país, asuntos graves de cómo el narco está ligado con el gobierno, de cuestiones de corrupciones y conflictos de interés que tiene el presidente actual de México. La echaron en el mes de marzo de su programa de un forma bastante terrible y al tratar de recurrir a la justicia para volver a ganar su espacio en la radio, las diferentes puertas en la justicia mexicana se le han ido cerrando. Entonces ahora ella va a hacer recurso a la justicia internacional a través de la corte interamericana de derechos humanos. Es un poco raro hablar de mujeres sin voz tratándose de Carmen porque es una voz muy importante en México, pero desde el mes de marzo, la perdimos, la callaron.

 

— ¿Y piensas quedarte en las temáticas mexicanas o no necesariamente?
— Es difícil estar viviendo acá, porque los suizos financian con dinero público este tipo de documentales independientes y muchas veces en las comisiones piden que haya un vínculo con una temática suiza y es normal. En México también nos pedirían lo mismo si pidiéramos los fondos nacionales y públicos. Sin embargo es complicado porque uno siempre trata de ir a lo más personal, a lo que a uno le duele, le interpela, le toca. En mi caso, por venir de allá y estar tan involucrada con lo que sucede allá, termino siempre por tocar temáticas que tienen que ver con este país.

 

— Llevas 4 años en Suiza. ¿Piensas volver a México en algún momento para vivir?
— No lo sé , yo vine por un año y ya son 4. Por el momento estoy muy contenta aquí porque hay una realidad totalmente distinta, sobre todo las condiciones para seguir trabajando. Hay una industria, hay un público. En México, es complicado porque el público no consume documentales, aquí la gente los ve en el cine, en la televisión, entonces se producen muchísimos. Aquí es más sencillo también trabajar como una realizadora mujer, en México, seguimos en un país muy machista, donde es complicado ser una mujer joven que quiere hacer cine. Hay una competencia mayor y terminan siendo privilegiados los directores que tienen una trayectoria más larga y que son hombres. Es muy enriquecedor seguir acá, porque estar en contacto con productores o tutores suizos me ayuda a dar un dimensión de universalidad a una temática mexicana. No se queda en una pequeña película que sólo va a poder ser comprendida y vista allá. Eso es interesante para la películas que pueden ser vistas en otro lado y no solo en donde fueron filmadas. Pero extraño México todos los días de mi vida. ¡Por suerte puedo ir muy seguido y con la cuestión del trabajo en particular!

 

¡Muchas gracias Juliana!

 

 

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La directora Juliana Fanjul y Stefanie Di Iulio, redactora de PuntoLatino


 

 

 

 


 

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