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Un pueblo que flotaba ahora se hunde por sedimentación

Sobre «Érase una vez en Venezuela» de Anabel Rodríguez Rios, artículo analítico de Luis Vélez Serrano de ©PuntoLatino. Ginebra 15 de marzo 2021.

 
Nuestra selección del Programa

• Mención especial concedido por el Jurado Internacional

Érase una vez en Venezuela, por Anabel Rodríguez Ríos [Defensa del clima]
«Érase una vez en Venezuela» es una hermosa película, además de un estudio en profundidad de la desintegración de un pequeño pueblo venezolano, Congo Mirador, enfrentado a problemas medioambientales y a la indiferencia política. La película está fabulosamente dirigida y Anabel Rodríguez Ríos aborda a los protagonistas de una manera muy cruda y a la vez sutil, mostrando brillantemente la inextricable relación entre la contaminación industrial, las limitaciones políticas y electorales y el bienestar de los ciudadanos. No hay duda de que el mensaje de la película traspasará las fronteras y atraerá a todo el mundo».

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Reseña crítica de Luis Vélez Serrano de ©PL 

Naturaleza versus contaminación

Como indica el título «érase» introduce una narración de una realidad que un día fue … Se trata de un pueblo que un día podría decirse que fue próspero, Congo Mirador, a poca distancia del lago de Maracaibo donde se encuentran las grandes reservas de petróleo de Venezuela, la situación medioambiental desastrosa del mencionado lago se ve también en el pueblo flotante Congo Mirador. Es un poblado de pescadores, con casas movibles sobre el agua y donde los peces (parecidos a bagres) — milagros de la naturaleza — al parecer y según se dice, no absorben el petróleo.

La belleza natural de Congo Mirador se pone muy bien de manifiesto en la fotografía de John Márquez, tiene toques poéticos acentuados gracias a la música de Daniel Turini y sus equipo. La primera oposición que crea sentido en esta película documental es la naturaleza versus contaminante industria petrolera.

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Personajes femeninos: protagonista y antagonista

Los personajes importantes son casi todos femeninos: la líder chavista -especie de matriarca- que cría ganado y hace política mostrándose «ayudando al pueblo» (a personas mayores); Tamara, la protagonista, es chavista hasta los tuétanos y vive rodeada de una galería fotográfica de Hugo Chávez, es empresaria y quiere deshacerse de la maestra del pueblo, Natalie, porque no es afin al movimiento. Natalie, la antagonista que demora un cierto temor, es adorada por sus alumnos y es opositora; su preocupación es la educación. Aquí encontramos una segunda oposición que crea sentido: una mujer chavista apegada al poder y otra, opositora al chavismo, interesada en la educación. La primera apegada al presente y la segunda al futuro.
No se trata de una oposición maniquea: en la chavista Tamara se ve un interés por la supervivencia de su pueblo y lucha por esa causa.

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 La líder chavista Tamara  La maestra Natalie, opositora

Gobierno versus pueblo

El pueblo va decayendo, se va yendo cuesta abajo por la contaminación medioambiental, la contaminación tóxica del petróleo que además ensucia todo; en términos científicos, la sedimentación. La población se va mermando, la gente abandona el pueblo porque la pesca ya no da, la sedimentación provocada por la industria petrolera hunde paulatina pero seguramente a Congo Mirador. La población se diezma hasta en un 90% y los que quedan se aferran a algunas esperanzas para sobrevivir …

Los pobladores que quedan no pierden la esperanza y reclaman, piden, pero el gobierno les hace caso omiso: ¡oídos sordos!. El filme conmueve al espectador: le da ganas de sumar su participación para que el pueblo Congo Mirador no desaparezca. ¿Hay alguna esperanza? Al parecer el pueblo cifra algunas en las elecciones parlamentarias del 2015 (en las que ganó la oposición).

Se ve un viaje de los pobladores de Congo Mirador a Maracaibo, viaje «largo y costoso» encabezado por Tamara, la líder chavista, con sus propios recursos, para hablar con el gobernador. Tamara sólo recibe respuestas inservibles. Sus requiebros y su militancia no le han servido, pero ella sigue chavista hasta la muerte.

 

Antropología y cinematografía

Aquí no hay oposición sino complementariedad entre antropología y cinematografía, pero al igual que las oposiciones, esta dicotomía es creadora de sentido. Este documental tiene un rodaje que duró más de cinco años y, según otras fuentes (El País, 26.02.2021) duró siete. En una entrevista de Anabel Rodríguez Ríos a Toño Angulo, la directora declara que su trabajo básico e inicial fue antropológico (ella es antropóloga) y que la parte cinematográfica vino luego. Los «pueblos de agua» en Venezuela tienen una cultura particular. Las casas así sean antiguas y sólidas, se desarman fácilmente y se las lleva el propietario consigo poniéndolas sobre dos o cuatro pequeñas embarcaciones. «Esa cultura semi-nómada, dice la directora, no existe más». Anabel Rodríguez, la directora, en una entrevista dada a Ibermedia nos recuerda que Venezuela recibe su nombre porque era una «pequeña Venecia».

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Corrupción versus ciudadanía

Una metáfora, o mejor aún, una alegoría, pone de relieve la destreza narrativa de la directora, aquí ya no es la antropóloga sino la cineasta (estudió en la Escuela de Cine de Londres).

El bello pueblo flotante de pescadores debe hacer frente no solo a la contaminación, a la sedimentación, sino también a la corrupción y a la emigración. No olvidemos que Tamara, la chavista, compra votos a miles de bolívares y se la ve contando fajos de billetes. Es autoritaria y desea que la maestra sea cambiada. De mentalidad empresarial, Tamara piensa que tener vacas es igual que tener dinero en el banco, a pesar de su mentalidad, ella es la abanderada pueblerina del chavismo, que todos sabemos lo que es.

La película alegoriza a la perfección a un país dividido, en el que los enfrentamientos verbales, son griteríos entre opositores y oficialistas, tal como sucede en muchos países de América Latina. Se lee una Venezuela en vías de hundimiento por sedimentación, con monstruosa cuota emigrante a nivel mundial (un país despoblándose) y donde las esperanzas parecen sólo pinceladas poéticas y nostálgicas. La pobreza es la norma y los pocos que tienen dinero son los líderes del partido oficial.

Ficha técnica:

ÉRASE UNA VEZ EN VENEZUELA

Dirección: Anabel Rodríguez Ríos (su primer largometraje).

Género: documental, Venezuela, 2020. Duración: 99 minutos.

Nuestra selección de reseñas críticas:
— Entrevista de Toño Angulo a la directora Anabel Rodríguez Ríos en Ibermedia
El Pais, 26.02.2021, Elsa Fernández-Santos.
SEMANA
La Estatuilla

(*) primera película venezolana en estrenarse en competencia internacional de largometrajes documentales en Sundance (2020), se estrenó con el título en inglés (Once Upon a Time in Venezuela) y con este título se pasó en la edición virtual del FIFDH (2021, Ginebra, Suiza). Sería importante poner el título en español, que a nuestra manera de ver, es más atractivo por lo original, por lo auténtico.

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