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«¡Mataron a mi hijo, lo despedazaron en 16 partes y nadie grita!»
«¡Grita Juárez, grita!»
— por Luis Vélez Serrano de PuntoLatino —
El 11.01.14., se proyectó la película «Narco Cultura» del fotoperiodista israelí Shaul Schwarz (Time, National Geografic y Rolling Stone) y del sonidista español Juan Beltrán, en el marco del Musikfilmfestival (Festival de filmes musicales) de Berna. Nada más llegar, no se podía evitar de comentar las noticias del dia, con suizos y latinos: el surgimiento de las autodefensas en Michoacán, región donde la mafia ha mezclado su actividad con valores religiosos y sociales: ellos se consideran una gran familia, pregonan la solidaridad y ayudan concretamente en casos sociales. Con esta introducción que no podía ser más «oportuna», entramos a ver el filme. Los organizadores lamentaron que el director no hubiese podido asistir, a pesar de que contempló esta posibilidad. [El realizador Shaul Schwarz]
¿Denunciar o callarse?
Shaul Schwarz ha filmado durante más de dos años este documental. El documental se rodó sobre todo en Los Angeles, El Paso (reputada una de las ciudades más seguras de los EE.UU.), Culiacán y en Ciudad Juárez (reputada como una de las ciudades más peligrosas de México y del mundo). En Ciudad Juárez y en México en general, los homicidios han aumentado en forma espeluznante. Lo reconocen las propias autoridades mexicanas. La crítica se ha dividido, como ya es usual en estos casos, entre los que prefieren que estos casos no se traten públicamente porque hacen publicidad para el «narco», y quienes pensamos que si se deben tratar lo más pública y crudamente posible para crear consciencia, para denunciar, para movilizar. El documental tiene algunas escenas filmadas con actuación.
Dos testimonios diferentes muestran esta lacerante realidad
«Narco Cultura» trata del fenómeno conocido universalmente como «Narco», pero su accionar se limita a México (Juárez) y al frente: la región fronteriza de los EE.UU.. (El Paso, Los Angeles). El se compone fundamentalmente por dos testimonios, el de los dos principales protagonistas sin desmerecer otros importantes testimonios a lo largo de la película. Los dos protagonistas son:
Cuando los de abajo trabajan bien y los de arriba trabajan como si …
– Un perito forense, Richi Soto, que hace honestamente su trabajo, su vida corre peligro constantemente y muestra cómo el ser humano se acostumbre a convivir con el miedo, a aceptar que su trabajo no sea debidamente utilizado por sus superiores, a salir sabiendo que puede ser la última vez que lo hace. El perito forense pierde a varios colegas de trabajo en el ejercicio de su labor profesional. La decepción del perito, más que de su situación sin salida –tiene que trabajar en su profesión, no hay otra alternativa– es la falta de esperanza en este miserable estado de postración social, porque ve que sus superiores no son sino cómplices por omisión (miedo e impotencia) o por comisión (dinero). Este personaje está contra el narco, pero él es consciente de que su trabajo no es bien utilizado por sus superiores. El vivie una frustración cada vez mayor.
Cuando la bazuka es parte de los instrumentos de música
– De otra parte, un cantante y músico afincado con su familia en Los Angeles (EE.UU.), Edgar Quintero de la banda Bukanas de Culicán, recibe por teléfono pedidos para componer canciones épicas en honor de los capos del «narco»: los mentados «narco corridos». Gana por su «trabajo» muy bien, según él mismo, empezó componiendo canciones románticas para las muchachas, pero al público no le gustaba mucho y cambió de orientación. También se ve la otra cara de su personalidad: se lo ve como padre de familia, cantándole melodías de la narcocultura a su pequeño fijo, como cualquier padre compositor le cantaría odas o baladas a su vástago. El cantante compositor se ufana y se siente orgulloso de su trabajo, hasta cree que los capos, se lo merecen porque son algo así como «estrellas». El cantante no es un narco, pero vive del narco sin estar directamente implicado en el tráfico y la industria disquera imprime miles de CDs con narcorridos como se ve en el filme. El compositor, luce con el mismo afán su instrumento musical como su bazuka.
Narco Cultura: «narocorridos» son aquí «cantares de gesta» …
Es horrible pensar que el «narco» es un «ideal» para una parte de la nueva generación. Los narcocorridos glorifican a los capos del tráfico de drogas y sin embargo alegran a la gente sencilla que concurre a fiestas. Los que más se identifican con esta subcultura, además, de los propios narcos, son los músicos que amenizan sus reuniones, también los organizadores de fiestas, y finalmente, los que aspiran a seguir ese ejemplo, esa marca. Ellos tienen vestimentas llamativas, sobre todo de cuero pero fuera de lo común, macizos collares y anillos de oro u otros metales preciosos, tatuajes, consumen droga abiertamente, de la blanda y de la blanca. Tienen sus lealtades y sus traiciones, premian a su modo las primeras y castigan también a su modo, ¡y qué modo! las segundas. También está el «argot», el sociodialecto que utilizan, como lo ha remarcado el mismo director Schwarz. El utilizarlo bien muestra una pertenencia a la «familia», es un signo de identificación.
Cuando el príncipe azul es un capo de la mafia
Y el peligro generacional para una parte de la población humilde: se ve a mujeres jóvenes decir abiertamente que su deseo, sería casarse con un líder de la mafia. Se ve a muchachos jóvenes aspirar a entrar a la organización, esmerándose en hacer trabajos encomendados con precisión y prontitud. Ellos ven el «narco» como una carrera de éxito, idealizan a los capos, aspiran a tener pistolones parecidos grabados con cachas de lujo y coches 4×4 tan potentes como los de la mafia y que además que vean todo esto como camino a la fama. Qué sueño ni qué sueño, el tráfico de narcóticos está ahi, se ve el derroche de placeres en las fiestas y en gusto por la adrenalina en las balaceras callejeras y casi cotidianas, muchos jóvenes caen en la tentación de acercarse a la mafia e intentar hacer «carrera» en ella … y la sociedad les ayuda dándoles la espalda.
Los ídolos narcos despiertan nuevas vocaciones
Los narco corridos glorifican a los capos mafiosos, como en las canciones épicas, jugando el rol de «héroes». Las canciones cuentan las hazañas de estos jefes mafiosos, despertando «vocaciones» entre los jóvenes.
Narco cultura: crea un estilo de vida y una forma de entender la muerte
Al ser una subcultura (una «cultura») completa, crea un estilo de vida, como señalábamos líneas arriba. Todo lo descrito se ve en reuniones «sociales», en mansiones suntuosas, dignas de magnates de las finanzas. Claro está que a pesar de las suntuosas mansiones, ellos tienen su propio estilo de comer, zampándose. Su estilo de beber, de abrazarse y saludarse, de hablar, de vestirse, de hacer migas compartiendo rayas de blanca o invitándose «pitadas» de cigarrilos liados a mano con droga.
Pablo Goldbarg de «Películas» se muestra impactado e incrédulo al ver «cuerpos desmembrados, cementerios, cárceles, morgues …
Entramos al cementerio de los narcos, de la mano de la cámara de Schwarz, y nos sorprendemos de ver unos mausoleos elegantes, como si se tratara de un panteón de héroes. La gente les llora, les hace ofrendas, los recuerda con admiración, algunas tumbas lucen con fotografías y hasta «trofeos de guerra». Una subcultura es una cultura marginal y lo alarmante aquí, en este caso, es que está dejando de ser marginal … y la muerte está integrada en «el estilo de vida».
La «Narco Cultura» tiene otras manifestaciones como las camisetas con la fotografía de Pablo Escobar en Colombia, la devoción que despierta en alguna gente evocar su recuerdo. También se puede ver en videos de youtube y en eventos diversos al hijo de un narco mexicano de la «familia de los Templarios», liderando una banda de música y apareciendo en medios diversos con el nombre de Kike el Príncipe de la Banda, vestido con traje de templario. Bolivia aportó varios «Narcos Generales» a esta cultura marginal.
Berna enero 2014. Luis Vélez-Serrano de PuntoLatino.
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Narcocultura (2013) von Shaul Schwarz
— Musikfilmfestival Bern, 11.01.14., Kino Reitschule Bern
Der Film Narco Cultura des Fotojournalisten Shaul Schwarz zeigt schonungslos den Drogenkrieg in der Stadt Juárez. Über 3000 Morde werden jährlich in der mexikanisch-amerikanischen Grenzstadt gezählt – und 97 Prozent dieser Morde werden gar nicht erst untersucht. Schwarz begleitet den Gerichtsmediziner Richie in Juárez und den Narco-Corrído-Sänger Edgar Quintero in Los Angeles. Während Richie in Mexiko von Mordopfer zu Mordopfer eilt, nimmt Edgar am Telefon Aufträge für massgeschneiderte Heldenlieder auf Drogenbosse entgegen – gerne auch von den Drogenbossen persönlich. Ein erschütternder Dokumentarfilm.
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Siehe zu diesem Film auch den Hintergrundartikel von Helena Simonett auf Norient.
«Die Geschichten, welche die Narcos umranken, ernähren sich immer noch vom Mythos eines sich in der Sierra versteckt haltenden, geächteten Robin Hoods. In einer Tradition, in der Banditen zu Volkshelden gemacht werden, hat sich auch der Narco eine mythische Stellung ergattert.» (Helena Simonett, Musikethnologin)
En español, más abajo: reseña de Luis Vélez Serrano de PuntoLatino → ver «¡Mataron a mi hijo y nadie grita!» …
La película Narco Cultura del perioidista fotógrafo Shaul Schwarz (Israel) y el sonidista Juan Beltrán (España) revela sin tapujos la guerra de las drogas en la ciudad de Juárez. Más de 3.000 asesinatos al año en la ciudad fronteriza entre México y Estados Unidos han sido recensdos – y el 97% de estos asesinatos no son ni siquiera investigados. Schwarz acompaña el médico forense Richie en Juárez y al cantante de narco-corridos Edgar Quintero en Los Angeles. Mientras que a Richie le falta tiempo en México para or de una víctima asesinada a otraa, Edgar toma los pedidos por teléfono para componer canciones «heroicas» personalizadoa para capos de la droga – también recibe con placer encargos de los mismísimos capos de la droga. Un documental desgarrador.