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«Utama»: un poema en lenguaje cinematográfico
— Nota de Luis Vélez Serrano de ©PuntoLatino, sobre el filme de Alejandro Loayza Grisi. El filme se proyectó en el Zurich Film Festival.
En esta película se puede apreciar, y muy bien, la función del lenguaje cinematográfico, cómo significan sus significantes y sus significados: narración, fotografía, sonido … y los elocuentes silencios que hablen por sí solos. En esta nota no me propongo repasar la película comentando pasajes o personajes; aquí pretendo mostrar los temas principales y su articulación que en esta película llega a ser poética. Para mi cometido, tomo la historia que se cuenta y veo en qué momentos hay desenlaces que rompen la historia narrativa y se producen contradicciones para así proponer una lectura.
La escena del filme, es el altiplano boliviano de cultura quechua de la que en el filme se llegan a ver ciertos rituales. La trama: se trata de un matrimonio de ancianos campesinos, sumidos en la rutina de la vida de campo que lucha por seguir viviendo en sus pagos junto a sus animales, a sus llamas. Poca gente queda en la región, generalmente los viejos son los que permanecen, los que no se mudan, ya que la mayor parte de los pobladores emigra a la ciudad para sobrevivir.
Para la vida es esencial el agua y la población cuenta con una sola bomba de agua, cuyo mecanismo aún funciona pero ya no hay el líquido elemento. Nuestros ancianos personajes deben recorrer una gran distancia para llegar hasta la única bomba de agua. Al parecer, la bomba seca es el único indicio de que alguna autoridad estatal o comunal que alguna vez llegó al pueblo.
Los temas. «Utama» tematiza la vejez, con la soledad, la merma de fuerzas que ello implica. Se trata de un matrimonio de ancianos campesinos, una pareja que vive sola con la única compañía de sus animales, de sus llamas. Ya no están con ellos ni hijos ni nietos. Además, estos abuelos, también han perdido muchos amigos, vecinos, y digo perdido porque ya no están, han emigrado a la ciudad: migrar para sobrevivir. La migración interna es otro tema que pone en relieve la oposición campo-ciudad.
La vida campesina a diferencia de la vida citadina es muy rutinaria: horarios, costumbres, comidas, etc. Un citadino no puede imaginarse una pareja que sea feliz en esa monotonía. Nuestros ancianos personajes, a pesar de esa tediosa rutina, sí son medianamente felices, se profesan amor y se placen de vivir en su choza.
Son dos viejos solos en un campo carente de agua («agua» léase «vida»). El espectador se pregunta ¿hasta cuándo pueden resistir estoicamente estos ancianos? El abuelo Virginio no se plantea emigrar por nada. Contrariamente, la abuela Sisa contempla esa posibilidad. En cuanto al agua: se pueden perforar otros pozos, pero de qué serviría eso si ya no se encuentra agua.
¿Qué rompe la rutina? La migración campo – ciudad
Los pobladores abandonan el campo, cada vez más y en mayor número y sobre todo los jóvenes, para asentarse en las periferias urbanas. Los hijos de nuestra pareja, personaje del filme, así como muchos de sus vecinos ya lo han hecho. La despoblación es creciente y las familias se dividen generacionalmente: los viejos se quedan y los jóvenes se van, abriendo así una tensión disruptiva. La abuela Sisa parece inclinada a emigrar, como tenemos dicho, empero al abuelo Virginio no lo mueve nadie de su pago, como también lo tenemos dicho. (Me gustaría, pero en homenaje al tiempo no lo hago, es ver en el simbolismo del cóndor que presiente cuando llegará el momento de morir, espejo en el que se ve el viejo enfermo).
La anciana se lo piensa cuando su nieto Clever les propone que se vayan con él a la ciudad, pero su su marido, el abuelo, no quiere ni oír hacerlo, su apego al suelo y a las tradiciones, lo sujetan como si tuviese raíz, pero también se sabe enfermo y sabe –como el cóndor– que se acerca su partida de este mundo. En el filme se aprecian ciertas oposiciones (rico simbolismo) que ilustran la vida citadina versus vida campesina: comida fresca-comida enlatada, vida «atávica» pero independiente frente a una vida «moderna», pero dependiente en la periferia de la ciudad.
¿Qué rompe la rutina? una oposición generacional y la enfermedad
La rutina, que como lo apuntamos líneas ha, pareciera ser la resistencia a la vejez y a la sequía hasta que sus fuerzas puedan aguantar. Al empezar, el programa narrativo nos hace pensar en una lucha estoica de resistencia a la emigración y a la sequía: simplemente resistir,.
Hay otras contradicciones que cambian la rutina: una que la podemos llamar externa, es la oposición generacional de miras: Clever, el nieto que llega y quiere convencer a sus abuelos para llevárselos a la ciudad. Clever habla español, sus abuelos hablan quechua sin dejar de comprender el español. La relación nieto Clever-abuelo Virginio es la de oposición generacional. La otra contradicción que la podemos llamar interna y es la oposición: salud-enfermedad. El deterioro propio que conlleva la vejez: la salud de Virginio se degrada, tiene un problema respiratorio que él oculta, disimula y soporta. Hasta que sus familiares se dan cuenta y el nieto va en busca de un médico que lo ausculte pero ya es tarde. Asisten al funeral y todo deja entrever que Sisa se irá con el nieto Clever a la ciudad pero al final ella decide quedarse en su tierra, fiel a la memoria de su esposo. Y el nieto finalmente comprende.
¿Qué rompe la rutina? La sequía
Nuestros personajes Sisa y Virginio, deben enfrentarse a una sequía inusual por lo larga: no llueve hace más de un año y la única bomba de agua existente en el poblado bombea aún pero ya no tiene agua (idisculpas por esta repetición!). Los ancianos conocen ciertas sequías pero este tipo escapa a su experiencia que no es poca. A esa edad la naturaleza los enfrente a algo desconocido.
Esta bomba de agua, todavía funcionando pero ya sin agua, es un símbolo, más que de la ausencia del Estado, es símbolo elocuente de la sequía y de su causa: el cambio climático en este filme.
En cierta medida, una historia de amor
Cada personaje de esta historia siente amor. Lo que los hace a los tres personajes positivos, héroes a su manera y en cierta forma. Se profesan amor marido y mujer. Él cuando encuentra una piedra bonita la recoge y se la ofrece a su mujer, la que las «atesora» y ya tiene una colección. El amor en la vejez es una pincelada romántica que causa empatía en el espectador.
El nieto Clever está motivado también por amor al intentar llevarse a la ciudad a sus abuelos. No podemos dejar de mencionar una cultura machista de esos campesinos quechuas en la que el hombre toma decisiones y la mujer acata, este rasgo realista completa la fotografía no fotográfica de esos seres.
Dos elementos que mueven a vivir, que dan vida y se ven en el filme, son el amor y el agua. El amor acerca al espectador, un amor que no muere a pesar de que la vida se marchita por el paso del tiempo. El agua que no se reemplaza y por ende hay una población -sobre todo de mayores- condenada a desaparecer.
Un gran acierto de la película: «denunciar» poéticamente el cambio climático y hacer un cierto o simbólico llamado a la «resistencia».
El elemento poético no culminaría si solamente tomáramos en cuenta la narración y no el lenguaje cinematográfico en su conjunto: las estéticas narrativa y fotográfica están muy bien logradas. Alejandro Loayza no en vano es fotógrafo además de cineasta. Y el excelente trabajo (un trabajo «bárbaro» como se dice en Uruguay) de la fotógrafa uruguaya Bárbara Álvarez.
El director del filme, Aleandro Loayza Grisi con los actores de «Utama»: Luisa Quispe (Sisa), José Calcina (Virginio), Santos Choque (Clever).
Ficha técnica
Utama, Bolivia, 2022, 87 ninutos.
(en la versió en inglés lleva el título de Our Home)
Dirección: Alejandro Loayza Grisi.
Guion: Alejandro Loayza Grisi.
Empresa productora: Alma Films.
Dirección de fotografía: Bárbara Álvarez.
Montaje: Fernando Epstein.
Producción: Santiago Loayza Grisi, Marcos Loayza, Jean-Baptiste Bailly-Maitre. Intérpretes: Luisa Quispe (Sisa), José Calcina (Virginio), Santos Choque (Clever).