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Cuando las opciones no existen

— A propósito de Las Elegidas de David Pablos (México, 2014), por Mauro Mendonça Kato

Como una continuación de la nota publicada por Luis Vélez Serrano, presento aquí mis impresiones sobre esta película mexicana, presentada en la competición oficial de la última edición del  «Zúrich Film Festival» 2015.

Un tema recurrente en el cinema contemporáneo latinoamericano, la criminalidad afecta de modo transversal a todas las clases sociales. Y aunque las obras que existen sobre esta temática son abundantes, el director David Pablos logra presentar un trabajo técnicamente y emocionalmente impactante.

Podríamos afirmar que el ambiente general en Las Elegidas está marcado por el miedo. Un miedo al porvenir carente de expectativas, que lleva a los hombres y mujeres a explotar a los más débiles, en una verdadera pirámide alimentaria en cuya base se encuentran los niños y adolescentes del lumpen-proletariado.

El personaje principal de esta historia, llamado Ulises, vive en una familia donde los ingresos principales (o todos) provienen de la prostitución de jóvenes mujeres y adolescentes. De modo semejante a otro filme mexicano llamado «Partes Usadas» (2007) de Aarón Fernández Lesur, el contexto social y familiar lleva a nuestro «héroe» a entrar en el mundo de la criminalidad. Pero a diferencia de «Partes Usadas», lo que se roba en Las Elegidas no son coches, sino las vidas de estas adolescentes.

Según el director, Las Elegidas es una historia de amor. Y es verdad que las relaciones existentes entre Ulises y sus novias están muy bien logradas, en la medida que Ulises gana la confianza de sus víctimas, se agudiza el conflicto entre sus sentimientos y la presión familiar.
En este último aspecto, la fragilidad psicológica de la familia es evidente. Un patriarca que controla su familia con mano de hierro; el hermano de Ulises -ya más viejo y embrutecido que su hermano- busca «ayudarlo» a reprimir los propios sentimientos; o finalmente la madre, subyugada por su marido e incapaz de romper el círculo vicioso.

Del punto de vista técnico el filme es impresionante, la estructura es original y comprensible. Los clichés no existen, pues los únicos clichés son los personajes que desafortunadamente representan una parte importante de nuestra realidad latinoamericana. La muchas veces elogiada ausencia de violencia explícita, es un instrumento mucho más impactante que el de la imagen directa. El espectador es obligado a ponerse en la piel de las víctimas, y esto se logra de un modo inteligente: evitando las escenas crudamente violentas, la sensibilidad del público no se ve entorpecida nunca.

Las Elegidas es también una crítica social, pero sin caer jamás en la propaganda fácil. No hay un personaje o una idea que sea responsable exclusivo de la tragedia de los personajes. Como en la vida real, no parece fácil encontrar un villano único en esta historia. Abordar estos trágicos sucesos de esta forma, aumenta el malestar y deja un efecto más prolongado en la memoria del público cuando la pantalla se escurece. O al menos esto es lo que esperamos.

 


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