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Fernando Iwasaki „el hombre“

— Entrevista por Debbie R. Krüger para © PuntoLatino —

„Quizá muchos estudiantes podían percibirme como pedante o creído y no descarto haber causado esa impresión“. Fueron las palabras textuales de Fernando Iwasaki Cauti para este entrevista, donde damos a conocer más al hombre que al escritor.

Fernado Iwasaki Cauti escritor peruano de una fructífera carrera literaria, afincado en España nos concedió esta entrevista, en la cual nos cuenta a grandes rasgos aspectos de su vida personal, y hasta nos respondió a una pregunta tan indiscreta como su voto para las próximas elecciones electorales de Perú. Me parece justo decir que a pesar a de su éxito abrumador, el escritor no ha perdido su sencillez como persona.

Fernando Iwasaki visitando la tumba de su compatriota Cesar Vallejo (París). Foto de Daniel Mordzinski.

— ¿Cómo fue tu infancia considerando que tu padre era un coronel del ejército peruano, crees que eso influyó en tu interés por la historia?
— Sinceramente no, pues si yo hubiera estudiado lo que mi padre quería, hoy sería abogado o diplomático. A mí me encantaba leer y quien leía en casa era mi madre. Gracias a mi madre leí clásicos infantiles juveniles. Gracias a mi madre leí a Cortázar, Borges y Sábato. Y gracias a mi madre leí a Sartre, Herman Hesse y Lawrence Durrel. El gusto por la historia me vino por mis profesores de colegio.

— ¿Qué recuerdos tienes de tu abuelo japonés?
— Por desgracia ninguno, ya que falleció durante los años de la segunda guerra mundial. Su imagen ha crecido en mi fantasía y algún día escribiré una novela en su memoria.

— ¿Te acuerdas de tu primer escrito, qué edad tenías?
— Mis primeros textos con alguna ambición literaria los escribí cuando entré en la universidad con dieciséis años. No eran nada del otro mundo, pero aquel era mi mundo.

— ¿Cómo te llamaban en la escuela, eras uno de los más aplicados, cuál era tu mejor curso?
— Tuve un apodo en el colegio que me acompañó durante más de veinte años. Me llamaban «Kiwi» y con ese sobrenombre fui conocido en la universidad y en la academia Trener, donde impartí clases de historia de 1979 a 1984. No creo haber sido jamás uno de los más aplicados, aunque sí estaba dentro del tercio superior. Mis mejores cursos siempre fueron los de letras, pero en quinto de secundaria tuve a un profesor que me convirtió en un excelente alumno de química y trigonometría. No me lo podía creer, porque yo me consideraba un minusválido matemático.

— ¿Aún tienes contactos con algunos de tus amigos del Colegio Champagnat y de la Universidad Católica?
— Felizmente sí. A mis mejores amigos del colegio y de la universidad los he recibido en mi casa de Sevilla. Por otro lado, algunos de ellos son incluso diplomáticos peruanos y me los he encontrado por varios países. Y cuando voy a Lima, por supuesto, veo a más de uno.

— Con tan sólo veintidós años eras ya profesor en la Universidad Católica, ¿te trajo esto alguna clase de problema?
— El miedo a dictar clases lo perdí en la Trener, donde fui profesor de historia con diecisiete años. Muchos de los alumnos eran de mi edad o mayores, pero además tuve de quienes aprender, porque en la Trener había compañeros muy jóvenes y talentosos como Jorge Morelli, Dante Nieri, Santiago Cueto, Alejo Ferreyros, Roberto Chang, Alberto Portugal y muchos más. Así, cuando en 1983 el doctor José Antonio del Busto fue nombrado director del Instituto Nacional de Cultura y me ofreció compartir el dictado de la asignatura de Historia del Perú en Estudios Generales Letras, no sólo me sentía preparado, sino que además estaba en el último año de la carrera. Ahora bien, con toda seguridad cometí errores por culpa de la inmadurez propia de la edad. Quizá muchos estudiantes podían percibirme como pedante o creído y no descarto haber causado esa impresión. No obstante, a esa edad deseaba –como todo el mundo- tener éxito con las chicas y por ahí jamás pude presumir. Así que mi pedantería de entonces sería intelectual y por lo tanto de ínfima repercusión.

— ¿Tienes algún hobby que no tenga relación con la escritura?
— Siempre me interesó la música y la convivencia con los animales. Siendo profesor en la Católica fui voluntario en El Parque de las Leyendas, que era el zoológico de Lima. ¡Me habría encantado ser etólogo! Pero en el Perú sólo podías estudiar o zootecnia o veterinaria.

— ¿Cómo empieza tu fanatísmo por los Beatles, antes ó después de aprender a tocar guitarra?
— Los Beatles me gustaban desde niño, así que cuando empecé a tocar la guitarra muchas canciones de los Beatles estuvieron entre las primeras que saqué. Las canciones de los Beatles, más bien, fueron utilísimas para mejorar el inglés.

— Que hubiera música de los Beatles en la presentación de «22 Escarabajos» me pareció algo lógico, pero que fueran los propios escritores -entre ellos tú- quienes interpretaran las canciones, ¿no crees que fue una idea descabellada?
— Para nada, para nada. Las presentaciones de libros tienen un formato bastante arterioesclerótico y fue divertidísimo reunir una banda de escritores aficionados a la música. Gracias a eso ahora tengo propuestas de recitales literario-musicales que no pienso rechazar.

— ¿Tienes algún sueño pendiente?
— Me encantaría tener 67 años para poder jubilarme y leer, viajar y escribir todo lo que me gustaría. Pero como estoy hipotecado hasta lo 80 años, sospecho que trabajaré hasta esa edad si no me muero antes.

— Sólo por simple curiosidad, ¿por quién votarás en las próximas elecciones?
Votaré por Ollanta Humala.



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