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Macaco en Winterthur:
«Debemos aprovechar las crisis para avanzar»
— Maceco envía un fuerte abrazo a los lectores de PuntoLatino —
— por Cristina Trigueros, colaboradora de © PuntoLatino, Winterthur 18.05.13. — [Pulsar sobre las fotografías para agrandarlas]
Gracias al festival Afro-Pfingsten, el público de Winterthur tuvo la oportunidad de recargar las pilas coreando las canciones de uno de los grupos de más actualidad en el panorama español.
El grupo, guiado por Daniel Carbonell, llena de energía cualquier escenario, como sucedió el pasado sábado 18 de mayo en el pabellón 53 de la Katherina Sulzer Platz. El público vibró, derramó ganas y se entusiasmó siguiendo el ritmo. Toda una recarga de energía comparable sólo con la que nos proporciona esa estrella luminosa que tanto escasea esta primavera. El sol acompañó desde la madrugada del sábado, pero al ponerse, volvió a salir gracias a la música de Macaco, aunque ya era de noche.
Unos de los secretos del éxito de Macaco seguramente se encuentra en su perfecta combinación musical pluricultural. En su último disco, El murmullo del fuego (2012), compuesto y producido por Daniel Macaco, Jules Bikôkô y Roger Rodés, se une la rumba catalana, el reggae-funk y el rocksteady jamaicano, entre otros. Fue Bikôkô, el que ayudó a Daniel Macaco a encontrarse con su esencia, y, como él mismo nos contaba, un buen día Bikôkô le dijo: “Dani, vamos a partir de lo que tu haces con la guitarra, porque si no se pierde tu esencia”. A partir de ese momento encamina su carrera musical a la sencillez, sin que falten las buenas ideas.
El grupo Macaco lo integran: Daniel Macaco, Jules Bikôkô, Tomas Tirtha Rundquist, Miki Ramírez y Didak Fernández. Una mezcla de elementos y músicos, con los que Macaco ha despertado la expectación y el reconocimiento en los últimos años, como el Premio Ondas al mejor álbum o el Rolling Stone.
De Daniel sorprende su cercanía, su naturalidad, siendo, como es, líder de una de las bandas con más éxito no sólo en España, sino también en Latino- y Norteamérica. Macaco personifica al individuo actual, integrado en esta sociedad global en la que vivimos. Las fronteras dejan de existir y lo importante es el ser humano, en su esencia, integrando sus variadas culturas, sus idiomas, su diversidad. Daniel Macaco prescinde de grandes artificios, abre la puerta de la sala de prensa y accede, con profunda mirada azul, tranquilidad, campechanía. Y con esa misma energía positiva contesta a las preguntas, sin rodeos, sin doblez, con sinceridad. Es fácil acercarse, establecer un hilo de comunicación fluido, como digo, cercano; Macaco habla sin tapujos.
Comienzo mi entrevista rompiendo el hielo, pero pronto accedo a su mundo. Narrando una anécdota de uno de sus viajes, afirma que le fascina Winterthur y especialmente la reciente integración de los edificios de la antigua fábrica Sulzer a la vida cultural de la ciudad. Y entrando en materia musical indica que ha cambiado su estilo desde que publicó en 2006 su álbum Ingravitto, a partir de este momento se centraría más en el fondo que en la forma. Entonces era más rebelde y estaba “como más cabreado con el mundo”, ahora tiende al minimalismo, siguiendo el manifiesto: “menos es más”. Lo importante es que su música transmita sencillez y alegría, sin darle artificio. La variación cultural e idiomática son características muy claras de su música, pero siguiendo otra de sus premisas: “fusión sin confusión”.
Llama a las canciones “propuestas” y las suyas están hechas para sentar bien, transmitir positivismo, alegría y “limpiarle a uno por dentro, viendo el vaso medio lleno, y no medio vacío”.
Sin embargo, reconoce que tiene, como todo ser humano, momentos buenos y no tan buenos pero que en esos ratos malos, recuerda el dicho que le enseñó su madre cuando era pequeño: “ocúpate pero no preocúpate”, y es cuando busca la sonrisa.
Al decir esto, con esta sonrisa y su mente, se traslada por unos segundos al campo de refugiados saharauis de Dajla, donde grabó el video del tema «Mundo Roto» en 2009. Se le ilumina la cara acordándose de los niños que a pesar de vivir en una precaria situación, no dejan de estar alegres. Ese es el truco de Macaco, no dejarse afligir por superficialidades. Él prefiere estar al lado de lo positivo, canalizar su energía esencial hacia su música.
Por eso, lo que le hace disfrutar sobre el escenario es dar y recibir. Sale al escenario con la intención de aliviar a su público, sobre todo ahora que encontramos en un momento global de cambio. “Debemos aprovechar las crisis para avanzar” y, cree, que ese avance ha de ser una vuelta a lo sencillo. Se imagina un futuro en el que volvamos al trueque y afirma: “eso sería lo más justo, irme a un mercado, cantar unas canciones y que me den verduras”.
Nos acerca a sus raíces contándonos el origen gitano-judío de su familia, mercaderes andaluces que emigraron a Barcelona. Allí es donde nació y creció, también musicalmente, en contacto con la rumba catalana, con Peret o Gato Pérez, a partir de los seis años. Ha vivido en la calle Escudiller de Barcelona, junto a músicos de todo el mundo y de allí salieron los primeros proyectos y, poco a poco, se fue haciendo Macaco. En su trayectoria de vida, como herencia de todo esto, introduce estribillos en otros idiomas, a parte del español, en inglés, italiano, portugués y catalán.
A sus detractores les dice, divertidamente, que compone en función a sus propias experiencias, en función de lo que vive y siente, y no en función de lo que digan los demás. A Macaco lo que más le motiva es comprobar como un público variadísimo, de procedencias disímiles y dice satisfecho: “He visto a un abuelito junto un joven tipo-dresh cantando mis canciones. Generaciones de una misma familia asistir unidos al concierto y corear mis canciones, eso es lo que me llena”.
En sus ratos libres, para relajarse, se “engancha” a su guitarra. Después de pasar varias horas al día atendiendo al teléfono, lo que más desea es reencontrarse con su música. Nos cuenta una anécdota muy significativa: “Ayer sólo dormí dos horas porque estuve grabando y cuando me he ido a dormir, se me ha ocurrido de repente una idea, he cogido mi IPhone y me he puesto a grabar ahí la letra medio dormido y luego me he levantado, lo he vuelto a poner y estaba emocionado. ¡Qué subidón!, me lo he puesto siete veces, me estaba duchando oyendo mi nueva «propuesta», eso no me lo va a quitar nadie”.
Lo importante es disfrutar y crear. Su último álbum viene acompañado de un librito donde se publica sus reflexiones, anécdotas, etc, que surgen durante sus viajes; acompañados de fotos. Es incapaz de no crear: un artista íntegro.
Tiene muchos proyectos por delante pero no nos quiere revelar todavía ninguno, nos deja expectantes y nos deja caer que pronto va a trabajar junto a una conocida artista española, con la que tuvo un “flechazo” musical.
Es tiempo de ir a calentar la voz y prepararse para subir al escenario. Una hora después entra con energía con «La mano levantá», siguiendo después con temas del último álbum, El murmullo del Fuego (2012) y canciones como «Tengo» o «Moving» de Puerto Presente (2009).
Sin más, a mitad de concierto, Macaco traspasa la cuarta pared y baja del escenario dejando a todos atónitos. Salta y se mezcla entre la gente, rompiendo las barreras y demostrando, una vez más, que ser una sola voz con su público cuenta más que ninguna otra cosa, que el vaso se puede ver medio lleno, y no medio vacío.
Un total de hora y media de pop, reggae-funk, rumba catalana y percusión africana que sube el ánimo e invita a seguir disfrutando de la vida.
Y después de la última canción el público pide insistente la vuelta de Macaco al grito de: “¡otra, otra!”. Recordándonos que “macaco”, es el mote que le puso su madre de niño y significa “mono”, nos regala el tema «Monkey man», grabado en Arkansas.
Para los lectores de Punto Latino manda un fuerte abrazo y nos informa que en verano estará de gira en España y en septiembre volverá a Latinoamérica, en su web: www.macaco.es, se van actualizando constantemente las fechas de sus conciertos.
Quizá Macaco había pasado desapercibido hasta ahora en Suiza, pero después de su concierto del pasado sábado en el Afro-Pfingsten, ¡algo está cambiando!
Redacción, entrevista y fotos: Cristina Trigueros para © Punto Latino.