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Martha Argerich en Lucerna: concierto histórico
— Lucerna 09.02.11., colaboración de Liana Cisneros —
La pianista argentina Martha Argerich (1941), una de las más célebres a nivel internacional, se presentó hace unos días (09.02) en el auditorio del KKL de Lucerna, junto al violonchelista ruso Mischa Maisky (1948) y la Orquesta Sinfónica de Lucerna (Luzerner Sinfonieorchester), dirigida por el estonio Neeme Järvi (1937), en un concierto histórico, en presencia de autoridades rusas y suizas, con el que se dio inicio al festival de la cultura rusa y a las celebraciones del 65 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
El recital empezó con la Luzerner Sinfonieorchester (LSO) y un tema del compositor checo Antonín Dvo?ák (1841-1904), Scherzo capriccioso, que Järvi dirigió bailando al ritmo del vals que emergía por momentos. El dúo Argerich-Maisky [foto 2: Stephanie Argerich], formado hace treinta años, llegó para interpretar Romantic Offering, del ruso Rodion Shchedrin (1932), compuesto especialmente para ambos hace unos meses. Shchedrin es un compositor de larga y fructífera trayectoria. Sus obras han sido interpretadas no solo en su país, sino también en Estados Unidos y Europa. Ya en los años 60 Leonard Bernstein, con la Filarmónica de Nueva York, dirigió algunas de sus obras. Shchedrin creció rodeado de grandes nombres de la música de su país, entre ellos Dmitri Shostakóvich (1906-1975), de quien ahora lo consideran su sucesor.
En el Doble Concierto para Piano, Violonchelo y Orquesta, Argerich y Maisky son los protagonistas indudables. Una obra densa en la que prevalece el caos, la delicadeza de los solos (piano y violonchelo) y los golpes secos de los platillos o cimbales ideales para sacar a la audiencia del estado de ensoñación. Al finalizar, Shchedrin, visiblemente emocionado, se subió al escenario para inundar de flores a Argerich y Maisky.
Argerich y Maisky volvieron después de la pausa con Sonata para Violonchelo y Piano, del compositor belga francés César Franck (1822-1890). De otra manera nos hicieron flotar y tocar la cima, para luego dejarnos con la sensación de querer seguir escuchándolos, lo que no sucedió porque el concierto finalizó con la LSO y la Sinfonía Nr. 9 de Shostakóvich.
El programa presentado en Lucerna se repitió la semana pasada en otras salas europeas: en el Auditorium Giovanni Agnelli de Turín (Italia), en el Festpielhaus Baden-Baden (Alemania), y en el Théâtre des Champs-Élysées de París.
La dama del cabello gris
Martha Argerich nació en Argentina, pero pertenece a ese grupo de artistas que no provienen de un lugar, sino de todos. Su territorio es la música. Argerich vive más de medio siglo -de sus 70- en el extranjero, principalmente en Europa. Empezó a tocar el piano casi al mismo tiempo de empezar a caminar, ya que a los cuatro años dio su primer concierto. El General Juan Domingo Perón ha tenido que ver con su formación como pianista e hizo posible que estudiara con los maestros Friedrich Gulda en Viena (Austria) y Madeleine Lipatti y Nikita Magaloff en Suiza. [Foto de archivo].
“…Tenía un poco más de 12 años, había tocado en el Colón y Perón me había dado una cita en la residencia presidencial. Mamá preguntó si podía acompañarme y le dijeron que sí, por supuesto. Yo no era muy peronista… ; me acuerdo de que siempre estaba pegando por todos lados papelitos que decían ‘Balbín-Frondizi’. Él nos recibió y me preguntó: ‘¿Y adónde querés ir, ñatita?’. Y yo quería ir a Viena, para estudiar con Friedrich Gulda. A él le gustó que no quisiera ir a Estados Unidos. Lo más cómico fue que mi mamá, para congraciarse, le dijo que a mí me encantaría tocar un concierto en la UES [Unión de Estudiantes Secundarios]. Y parece que yo debo haber puesto una cara bastante reveladora de que la idea no me gustaba porque Perón le empezó a seguir la corriente a mamá, diciéndole «por supuesto señora, vamos a organizarlo», mientras me guiñaba un ojo y, por debajo de la mesa, me hacía con un dedo que no. El la estaba cargando a mamá y a mí me tranquilizaba. Se dio cuenta de que yo no quería. Fantástico, ¿no? Y le dio un trabajo a mi papá. Lo nombró agregado económico en Viena. Y a mamá le dijo que le parecía que ella también era muy inteligente, emprendedora y capaz y le consiguió otro puesto en la embajada”. [En revista Clásica nº 133, Buenos Aires, 1999].
Alex Ross, crítico de música clásica de The New Yorker y autor del indispensable libro The rest is noise (El ruido eterno) sostiene: “Argerich tiene cualidades que rara vez confluyen en una sola persona: es una pianista de complicada agilidad técnica, es una mujer carismática, con una reputación enigmática, es una intérprete desafectada cuya lengua materna es la música. Esta última puede ser la calidad que la distingue. Muchos pianistas tocan grandes octavas dobles, muchos pianistas se fotografían bien. Pero pocos tienen la naturalidad del fraseo infalible que les permite incorporar la música en lugar de interpretarlo”.
Argerich ha tocado con una larga lista de renombrados músicos y directores de orquesta de todas partes. Es reconocida como una de las mejores intérpretes de Chopin, Liszt, Bach, Schumann, Ravel y Prokofiev, aunque en su repertorio no faltan temas de compositores latinoamericanos, principalmente de sus compatriotas Alberto Ginastera o Astor Piazzolla. Ha ganado los más codiciados premios internacionales, es promotora de músicos jóvenes, e inspiración para documentales, como el realizado por el cineasta franco suizo Georges Gachot, Martha Argerich: Conversación nocturna.
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